Deportes

Contracturas musculares

Por: Diario Concepción 02 de Septiembre 2019
Fotografía: Referencial

Rodrigo Campos León
Académico Kinesiología
Universidad de las Américas

A pesar del alto índice de sedentarismo (87%) y sobrepeso (70%) que existe en Chile (Minsal, 2016), ha habido un incremento de practicar actividad física regular en la población (Sandoval, 2014; Minsal, 2016). Junto con esto, un aumento en la aparición de diferentes disciplinas deportivas y estilos de ejercicios, muchos guiados por expectación social, cobertura de medios de comunicación masivos, internet y la globalización.

En ciertos horarios se puede observar hacinamiento en gimnasios. Los profesionales y no profesionales, que en muchas circunstancias no se encuentran debidamente capacitados, guían a las personas a la ejecución de ejercicios y rutinas abundantes sin dosificación y ni adaptación, e incluso YouTube se convierte en el maestro confiable. Sumamos a los deportistas de fin de semana o personas que pretenden retomar la actividad física tras años inactivos. Todas estas situaciones y otras han logrado un aumento considerable en la aparición de lesiones de tipo muscular, y una de las más frecuente es la contractura muscular.

Debemos considerar que el músculo es una estructura contráctil, que permite al cuerpo realizar distintos movimientos (Cardero, 2008), ricamente inervado (interacción nerviosa), irrigación sanguínea, y receptores dolorosos, en este caso los responsables de activar la sensación del dolor. Este tejido es responsable de la ejecución motora, tiene la capacidad de trabajar en grupo con otros músculos formando cadenas cinemáticas. Metabólicamente es muy activo y se relaciona estrechamente, a través de las inserciones, con el tejido óseo.

La contractura muscular se le puede definir como una contracción involuntaria del músculo o conjunto muscular, duradera o permanente en el tiempo, que le confiere la característica de no resolutiva. Pueden provocar disfunciones motoras, debilidad muscular, inhibición, incremento de la irritabilidad motora, espasmos musculares, desequilibrio muscular y alteraciones en el reclutamiento motor.

Presenta síntomas de dolor local, incapacidad funcional relativa a la expansión del daño, también es dolorosa a la palpación y al estiramiento. Se puede observar la zona de contractura con aumento de volumen. A pesar de que su origen no está al 100% claro, se le asocian distintas variables, como estimulación nerviosa excesiva, malas posturas o posturas viciosas, traumatismos directos o indirectos, sobrecarga muscular, fatiga excesiva, condiciones generales sistémicas como deshidratación y problemas o patologías metabólicas, entre otras.

Al ser una condición muscular alterada no resolutiva, que no se considera una patología en sí, pero debe ser tratada y resuelta, radica la importancia de consultar y asesorarse con profesionales idóneos como médicos traumatólogos y kinesiólogos, y no caer en la automedicación o buscar soluciones en internet. Además, es relevante seguir la guía de gente capacitada en actividades físicas y/o deportivas, que proporcionen rutinas adaptadas para cada persona y bien dosificadas. De esta forma, se evita o reduce la posibilidad de sufrir este tipo de lesión.

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