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Cómo un atleta supera una lesión de gravedad

Más allá de los tiempos de recuperación física, sin dudas que el tema mental juega un rol clave. Atletas que padecieron dolencias de consideración aseguran que, si no se está bien en lo psicológico, es complicado retomar un alto nivel.

Por: Carlos Campos 08 de Julio 2019
Fotografía: Andrés Oreña P.

Aunque la medicina deportiva cada día evoluciona más, de la mano de los avances tecnológicos y mayor especialización, cuando un atleta sufre una lesión de gravedad casi tan importante como la recuperación física es la parte mental. Algo que más allá de los adelantos, si la persona no es capaz de manejar bien el tema psicológico, sin dudas le será muy complicado retomar de buena manera, y en el menor plazo posible, la alta competencia.

Lesiones como cortes de ligamento cruzado, tendón de Aquiles, o molestias musculares permanentes que pasan a hacerse crónicas. También tener la mala fortuna de una operación poco exitosa, que provoca atrasos en la recuperación e, incluso, cortar o cambiar el curso de la carrera de un atleta. Además, como le puede ocurrir a cualquier persona, un deportista puede sufrir un accidente más allá del ámbito competitivo.

Francisco Arrué, actual entrenador de Colchagua, se cortó tres veces el ligamento cruzado, una de las lesiones más temidas en el fútbol. Dos de ellas fueron jugando en clubes locales, la UdeC y Huachipato, y la otra le ocurrió cuando jugaba en Suiza.

“Se asume con fortaleza, eso es lo principal, y con la convicción que vas a quedar bien. En el fútbol, uno sabe que una lesión de este tipo perfectamente te puede dejar sin jugar. Por eso, es muy importante el cambio de chip post lesión. Al primer tras la operación, se debe estar mentalizado para hacer todo lo que sea necesario y posible para quedar bien. Dos veces fue en mi rodilla derecha, a los 23 y 30 años, y una en la izquierda, a los 37 años , cuando estaba en Huachipato”, contó el ex volante.

Al respecto, detalló que “cuando me lo corté la segunda vez fue en Calama, pisé mal y me caí solo. Supe de inmediato que era el cruzado, no sentí mucho dolor. La primera fue cuando estaba jugando en Luzern, en Suiza. Me operaron allá y al parecer por el desgaste de un broche que me habían puesto se cortó cuando estaba en la UdeC. Fue lo mismo: tratar de no lamentarme mucho y empezar con la recuperación. Hay que ser súper fuerte emocionalmente, sino entras en depresión. Primero, entrenas más de lo normal, y segundo, estás casi tres meses sin poder trotar, entonces es complejo”.

Francisco Arrué sufrió tres cortes de ligamento cruzado en su carrera. La última de ellas fue cuando estaba
jugando en Huachipato a los 37 años. Sin embargo, volvió y se retiró jugando, en Coquimbo.

Sobre el temor que existe al volver a la competencia, Arrué aseguró que “en la primera lesión, a los cuatro meses estaba bien, pero esperamos seis que es lo prudente. Y ahí, ya me sentí con seguridad cuando fui a trancar con esa misma pierna… Me acuerdo que me pillaron algo débil, me trabaron con todo y ahí se me quitó todo el miedo. En la segunda, fue un poco más larga la recuperación, y fui generando confianza de a poco, entendiendo que había hecho todo bien. Desde lo clínico, no tenía ninguna duda que volvería a jugar, me sentía muy bien. En la última me demoré mucho más porque a los cuatro meses, ya recuperado, trotando, haciendo cambios de dirección, pegándole fuerte al balón, en la etapa final, se me produjo una fisura en el menisco. Eso me provocó volver a jugar a los 10 meses. Pero lo asumí de la misma forma, nunca me eché a morir”.

El atleta Aquiles Zúñiga también sufrió lesiones importantes. La primera, se produjo por un accidente automovilístico. La segunda, en una competencia, la primera que disputaba tras recuperarse del primer infortunio. En ambas ocasiones, estuvo cerca de un año fuera de las pistas.

“Me he quebrado la clavícula dos veces y he tenido dos desgarros grandes de isquiotibiales. La primera vez que me quebré la clavícula derecha, en cuatro partes, y además costillas y escápula. Ahí estuve casi un año sin entrenar, bien complicado. Me costó bastante volver, por lo que es vivir una situación así. En seis meses ya estaba bien en lo físico, y retomar el entrenamiento cuesta. Tuve problemas con mis licencias en el trabajo, o si no tendría problemas de pago, el sistema no se preocupa de eso”, contó.

De este proceso, agregó que “después me lesioné en la misma clavícula. Ahí me dejaron una placa, y en el verano de 2018 me la tuve que sacar pues me molestaba. Luego, seguí entrenando bien, estuve 15 días con el brazo con puntos practicando, pues tenía una competencia fijada, que eran un Grand Prix en Uruguay. Allá, en una carrera táctica me botaron y me la quebré de nuevo… Fue un problema con un tornillo, y donde me golpeé me lo volví a quebrar. Ahí estuve de nuevo casi un año sin correr”.

Aquiles Zúñiga estuvo más de dos años fuera de las pistas por diferentes lesiones. Cuando se sufre esto,
aseguró que es vital contar con apoyo psicológico.

Apoyo del entorno

Ambos coinciden en la importancia del apoyo familiar, aunque también señalan que es un proceso que se vive principalmente en solitario y por ello lo mental es clave.

“El apoyo de la familia y los compañeros siempre está, pero tú al final estás solo en esto. Si no estás claro con lo que quieres, y no estás convencido de que vas a quedar bien, y que necesitas hacer un doble esfuerzo. Por supuesto que la depresión puede perjudicar tu recuperación, pues como te decía estás solo más allá del apoyo. El día a día lo vives en soledad”, dijo Arrué.

Al respecto, Zúñiga afirmó que “la primera vez no tuve mayores problemas. No me costó mucho volver a entrenar, ponerme objetivos y metas, incluso volví más rápido, me costó menos ponerme en forma. Pero la segunda vez me dolió, bastante, y psicológicamente quedé mal. A pesar que fue en una carrera, algo no tan chocante. En ese momento, me preparé bien, quería hacer las cosas distintas, había tomado la decisión de tener un equipo técnico, con nutricionista, entrenador, y en la primera carrera, afuera de nuevo”.

El atleta agregó que “mi familia me vio que no estaba bien, y mi hermana que es psicóloga me buscó una colega suya para que me apoyara, de acuerdo a lo que veía que me estaba pasando. Comencé a trabajar con ella, como un mes y medio, y me hizo muy bien para poder retomar y volver a los entrenamientos. La segunda vez, físicamente ya estaba de vuelta, pero no tenía las mismas ganas… El deporte no tiene memoria, puedes hacer grandes cosas, y después si te vas abajo pocos se acuerdan, y cuesta salir adelante en esos momentos”.

Además, aseguró que al momento de volver no sintió temor. “Cuando regresé no tuve miedo de volverme a caer o lesionarme, sino mucha emoción. Partí en diciembre de 2018 entrenando de nuevo, y a fines de enero de este año me llaman a correr la Milla Urbana Sudamericana en Temuco. Fui con lo que tenía, le dije al organizador que no estaba en mi mejor nivel… Estar ahí me generó sentimientos encontrados, mucha emoción. Me gusta estar en una línea de partida, y por eso creo que no me daba miedo lesionarme otra vez”.

¿Secuelas?

Sufrir una lesión de importancia, más allá de lo que implica la recuperación, también puede marcar el futuro de un deportista no solo durante su etapa competitiva, sino para el resto de su vida.

En ese sentido, Francisco Arrué comentó que “ a veces siento dolor, pero porque he dejado de fortalecer. Cuando pasa eso, altiro lo siente la rodilla y los ligamentos en general. Ahí tengo molestias, pero nada del otro mundo. A veces me despierto cojo, pero lo tengo asumido y lo más importante es siempre mantener bien el tema muscular. Hago ejercicios para mantenerme en forma, y además a mí me gusta demostrarle a los jugadores algunas cosas y por eso hay que estar lo mejor posible físicamente. Para mí es muy importante dar el ejemplo, es mi forma de ver el fútbol”.

En el caso de Aquiles Zúñiga, comentó que “en el hombro nada, pero como volví muy fuerte a entrenar, pasé de 0 a 100, he andado con problemas musculares. He ido trabajando, fortaleciendo, y de a poco me he ido adaptando al ritmo de trabajo nuevamente”.

Visión profesional

Respecto a si existen más probabilidades de lesionarse en un deporte que en otro, Horacio Herrera, docente de Kinesiología de la UDD, señaló que “en cualquier disciplina se puede sufrir una lesión y es parte de los riesgos, ya que implica un esfuerzo y estrés físico. Pero sí existen deportes donde estadísticamente hay mayor propensión a sufrir lesiones como el rugby, boxeo, fútbol, balonmano y básquetbol”.

Yazmina Pleticosic, académica de Pedagogía en Educación Física de la USS, indicó que “es un hecho que los deportes colectivos e individuales de alto contacto o que impliquen riesgo físico, son proclives a producir lesiones de una mayor severidad por eventos traumáticos, pero la incidencia de lesiones severas no supera en número a la incidencia de lesiones mínimas, leves y/o moderadas”.

Sobre la importancia de lo mental en la recuperación, Herrera aseguró que “es muy importante un abordaje integral del lesionado. Teniendo una buena rehabilitación, generalmente los deportistas pueden volver a realizar su actividad sin mayores complicaciones, pero si aun estando en óptimas condiciones físicas, el deportista tiene temor o rechazo, debe acudir a un psicólogo deportivo para manejar el miedo, estrés o ansiedad que le puede producir el hecho de volver tras la lesión. El factor psicológico es esencial en la vivencia y recuperación, aunque físicamente sea un tema superado”.

Al respecto, Pleticosic afirmó que “el deportista debe evaluar la gravedad de la lesión con el equipo interdisciplinario, y conocer el tiempo que implicará la recuperación y el reintegro deportivo. El conocer el proceso o las etapas por los cuales tiene que pasar el tratamiento de una lesión, le ayudará a objetivar el periodo que implique estar fuera de la disciplina deportiva. Es necesario trabajar con el psicólogo deportivo en esta etapa, acerca del estrés, control de la ansiedad, la adherencia al tratamiento y los nuevos objetivos en cuanto a rendimiento en su proyección deportiva. La información y el apoyo son claves para asegurar su estabilidad emocional”.

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