Además de movimientos flexibles, ejercicios de fuerza, técnicas de combate y uso de armas milenarias, buena parte de las artes marciales de Oriente van asociadas a la espiritualidad, la meditación y principios como la auto superación, la honradez y el compañerismo. Conozca algunos casos en que incluso se han dado cambios dramáticos en el estilo de vida.
Además de movimientos flexibles, ejercicios de fuerza, técnicas de combate y uso de armas milenarias, buena parte de las artes marciales de Oriente van asociadas a la espiritualidad, la meditación y principios como la auto superación, la honradez y el compañerismo. Conozca algunos casos en que incluso se han dado cambios dramáticos en el estilo de vida.
En Oriente las artes marciales son disciplinas milenarias que muchas veces suelen estar más asociadas al control mental y el equilibrio espiritual que a los combates o la defensa personal; un sello que en Occidente es más difícil de apreciar ante la admiración por los héroes de películas o luchadores profesionales en disciplinas que incluso tienen como consigna el “todo vale”.
Esa puede ser una apreciación general, pero quienes practican alguna disciplina de artes marciales de forma sistemática constatan los múltiples beneficios que tienen para su salud, generando incluso una actitud tranquila y reflexiva.
Aquella dicotomía es un aspecto que muchos consideran a la hora de inscribir a sus hijos en una academia. Pueden pensar en un posible aumento de la agresividad, pero tras consultar a algunos de los principales exponentes de la zona queda claro que el efecto puede ser todo lo contrario. Claro está que ello también depende de la disciplina que se escoja.
Sin duda el caso más popular es el karate, el cual cuenta con varias academias en nuestra intercomuna. “Es un arte marcial estrictamente técnico, se requiere de mucha concentración para poder desarrollar una consciencia corporal que permite, a lo largo del tiempo, poder realizarla de manera correcta, fuerte y estética. Me gustó el compañerismo que existía en el dojo en el momento en el que entré, el profesionalismo de mi sensei, y el enfoque moral que contiene el arte en sí mismo”, explicó Eduardo Opazo Abarza, exponente del Karate Do Shotokan.
“En cuanto a los beneficios para la salud, el karate exige de mucha resistencia y elongación, las cuales gradualmente van preparando el cuerpo para su mejor ejecución.
Hay una acertividad en movimientos motores, corrige la postura del cuerpo, mejora la capacidad de reacción, desarrolla una mejor percepción espacial en torno a puntos de visión, tonifica el cuerpo, y acelera el proceso de recuperación de hematomas, entre otros beneficios”, agregó Opazo.
“Para la salud psicológica o espiritual, el karate ciertamente forja espíritu y seguridad en uno mismo. Al estar seguro se está también más tranquilo, por el hecho de saber que el cuerpo está preparado para realizar cualquier orden motora. Se logra una conexión importante entre la mente y el cuerpo, lo que se logra unificar de manera mucho más consciente.
El karate-do tiene una filosofía en dónde no existe un primer golpe ni la intención de hacerlo, lo que se proyecta en cada acto de la vida. Se busca, a través del entrenamiento, la integridad tanto física como espiritual. Personalmente, en el inicio de mi entrenamiento, buscaba descubrir el arte marcial, pero terminé descubriéndome a mí mismo”, finalizó el karateca.
Es importante recalcar que algunas disciplinas de artes marciales se dividen en categorías según peso, e incluso se adaptan de mejor manera según la fisonomía de la persona. Ese es el caso del judo, el cual cuenta en la zona con exponentes de categoría internacional, tal como sucede con el seleccionado chileno Luis Retamal.
“La disciplina del judo es muy amplia, ya que la formación tiene como base el respeto por los demás y por uno mismo. De este modo busca un beneficio mutuo para quienes lo practican”, sostuvo el judoka.
“Los beneficios a la salud son mucho; tales como la concentración y la mejora cardiaca y muscular. Ya el entrenamiento es bastante duro físicamente, pues busca poder explotar el máximo de tu cuerpo. Se suma el equilibrio entre lo físico y lo psicológico, logrando el no decaer nunca ente las adversidades del entrenamiento y además en la vida. Caemos tanto que levantarnos se nos hace más fácil que votar al adversario”, sostuvo Retamal, quien agregó que la Unesco declaró al judo como el mejor deporte formativo.
Me cambió la vida
Otra disciplina que ha tomado fuerza en el último tiempo es el Jiu Jitsu. Allí destaca el caso de Valentín Díaz cuyo testimonio es un ejemplo impactante de los beneficios que trae consigo la práctica de esta disciplina.
“Yo fumaba una cajetilla y media al día y los fines de semana fumaba el doble, así lo hice por casi 7 años y mi ingesta alcohólica fue a la par. Mis dolores lumbares y de articulaciones no me permitían subir de buena forma un par de escaleras sin cansarme.
Llegué a pesar 132 kilos sin darme cuenta del daño que me hacía. Nadie me decía que me estaba matando poco a poco, hasta que un buen amigo me aconsejó que practicara jiu jitsu. Al principio seguía fumando y bebiendo tal como lo hice por esos 7 años; pero las clases hicieron que claudicara. Incluso sufrí lesiones causadas por mi propio peso, no me podía a mi mismo y menos hacer una flexión de brazos, respirar era casi imposible. Esto fue así por varios meses, mi cuerpo necesitaba aquello que me estaba matando. Poco a poco terminé de fumar y beber alcohol hasta que lo dejé finalmente”, contó.
“Pocos me dijeron que lo estaba haciendo bien y que era bueno para mi vida, y los amigos de farras fueron desapareciendo y aparecieron los amigos de entrenamiento. Fui a mi primer campeonato a los 6 meses de entrenar y pocos pensaron que ganaría. Lo que no sabían es que ya había ganado mi pelea contra lo que me estaba destruyendo. Ahora peso 92 kilos, entreno 5 a 6 veces por semana e iré a mi primer mundial de Jiu Jitsu a los 37 años, jamás volví a fumar o beber alcohol y mi vida cambió por que yo quise que cambiara”, finalizó el deportista.
Más allá de competir
Y la diversidad de estilos suma y sigue, tal como sucede con el Hapkido, disciplina originaria de Corea que en nuestra zona tiene a Christian Ananías como difusor y maestro.
“Me gustó este arte marcial por centrarse en la defensa personal y no en la búsqueda de algún tipo de competencias por alguna medalla en campeonatos. Me llamó la atención por la posibilidad de complementar mi arte marcial de base (taekwondo) fortaleciendo el ámbito de lo que llamamos hosinsul (defensa personal) a través de la reducción del oponente a través de palancas, llaves y proyecciones. Además empecé a entrenar con armas improvisadas, tales como bastón de calle, cinturón, un teléfono celular o un lápiz”, contó Ananías.
“Dentro de los beneficios de este arte marcial se encuentra la parte física, que se desarrolla al entrenar las distintas técnicas en forma repetitiva, obteniendo con esto coordinación, lateralidad y tonificación”, finalizó el luchador penquista.
La práctica de más de una disciplina también fue el camino tomado por Rodrigo Monardes Piana, quien practica Jiu Jitsu brasileño así como Isshin-Ryu Karate & Kobudo.
“Es un arte marcial que tiene bien considerada la biomecánica en su forma original, pues otros estilos de karate a veces llevan al cuerpo a adquirir posiciones poco funcionales y que incluso pueden llegar a causar lesiones. Se centra en la repetición de 15 técnicas básicas de manos y 15 de piernas que son entrenadas de manera regular”, explicó.
“Con los años, y estudiando Kinesiología, he podido ir analizando desde un punto de vista más crítico las diferentes artes de combate. Ambas tienen un gran beneficio para el cuerpo, pues entregan flexibilidad, coordinación, fuerza y balance. Trae grandes beneficios tanto cardiovasculares como neuropsicológicos. El Jiu Jitsu enseña algo que pocas artes marciales hacen: a ponerse de pie, y también saber caer.
Ambas son ideales para disminuir el estrés, por ejemplo poder terminar un entrenamiento y disfrutar del placer de luchar, con las endorfinas que se liberan y esa agitación del sistema cardiovascular desplazando grandes dosis de adrenalina.
En particular, el Seishinkan Isshin-Ryu Karate mantiene una férrea disciplina hacia los valores que el creador del estilo, Tatsuo Shimabuku, estableció como principios: la disciplina, el respeto, y luego de eso recién la técnica básica, con los “kata” o el “kumite”. El bushido, por su parte, enfatiza valores como la justicia, la benevolencia y honradez”, finalizó Monardes.
Maestro en Estados Unidos
Uno de los grandes talentos del karate regional es el sensei Patricio Saavedra, quien desde el año 2000 enseña esa disciplina en sus dos academias de Pittsburgh, Pensilvania.
El 2015 recibió la distinción de maestro internacional del Salón de la Fama de la Federación Americana de Artes Marciales. “Lamentablemente en Chile es muy difícil vivir de esto, pese a que es una experiencia tremendamente enriquecedora” explicó el experto, quien en el 2001 fue el responsable de la visita del Gran Maestro Chun Sik Kim a nuestro país.
En cuanto a los beneficios de las artes marciales, Saavedra destacó efectos positivos tanto físicos como espirituales. “En el primer ámbito se logra balance en la presión arterial y mejora la circulación, por nombrar algunos; mientras que en lo mental permite reducir el stress; además de desarrollar la autoestima y la confianza”, finalizó el maestro, quien en la foto inferior aparece con algunos de sus alumnos norteamericanos.