Cultura y Espectáculos

Las huellas imborrables de Cristián Cuturrufo con la música penquista

No hay duda que la muerte de este fundamental trompetista nacional, hace poco más de una semana producto de complicaciones derivadas de la Covid-19, dejará una profundo vacío en el ambiente jazzístico nacional. Un generoso músico, cuyas visitas a la capital regional eran ya bastante habituales.

Por: Mauricio Maldonado 28 de Marzo 2021
Fotografía: Cedida

Era uno de los números fijos de cada festival o evento jazzístico que se organizara en la ciudad. Con un talento y carisma inigualables, Cristián Cuturrufo, pese a ser un músico oriundo del norte del país, Concepción era una ciudad muy querida por él y una plaza importante dentro de la escena del jazz nacional. Una ciudad bullante de música, bohemia y amigos, muchos amigos que el “Cutu”, como le decían ellos, frecuentaba cada vez que podía. Recuerdos y también enseñanzas que dejó en cada una de sus múltiples incursiones en la capital regional, que no serán olvidadas tras su muerte el pasado 19 de marzo, a los 48 años de edad, producto de complicaciones derivadas de la Covid-19. “El nexo con Concepción se dio hace muchos años, ya que siempre la ciudad ha sido un polo de actividad cultural y artística. Se sitúa su relación con Marlon Romero -años en que yo vivía en Santiago- como el inicio de esa relación virtuosa con la ciudad, pero veníamos todos a Concepción. Con el tiempo, cuando ya vivía aquí, también me convertí en un nexo más trayéndolo habitualmente”, comentó Ignacio González, experimentado saxofonista y amigo de Cuturrufo hace 32 años.

Palabras a las que completó que “él tenía una conexión con el público, que es algo que pasa exclusivamente aquí, gracias a la apertura de tienen hacia la música, muy entusiastas que repletaban sus conciertos y presentaciones”.

Conexión del trompetista con la urbe penquista que el periodista, especializado en música, Rodrigo Pincheira, corrobora. “Cristián estableció muchos vínculos en muchas partes de Chile, en todos lados, porque él además de músico era un muy buen productor musical, organizador de festivales, es más, hasta sus últimos días de vida estuvo metido en la organización de festivales. Concretamente en Concepción, él tenía vínculos de amistad y de manera profesional musical con la familia Romero, y también con Ignacio González, fue la persona que reclutó cuando él vivía en Santiago para la banda Motuto, que hacía latinjazz”.

Añadiendo que “también fue como un amigo y especie de hijo de Alejandro Espinosa, animador de las jornadas iniciales del Picnic Jazz, ciclos jazzísticos que ocurrieron en la Sala 2, número recurrente en Casa de Salud. En fin, tocó en todos lados en Concepción, además era muy amigo de Los Tres. Él entendía que el jazz no era una frontera, sino que todo lo contrario, un lugar muy transparente, permeable, que le permitía dialogar desde ahí con otras músicas. También las diversas veces que realizó talleres se hizo de una especie de pupilo aquí, que es Antonio Novoa, incluso pensaron el hacer un disco juntos”.

Abiertamente generoso

Testigo igual de esa generosidad y apertura de Cuturrufo hacia otros proyectos musicales penquistas, fue Alejandro Venegas, voz y guitarrista de Julius Popper, quien precisamente junto a Novoa armaron la banda Frank.

“Siempre estuvo presente en el círculo de jazzistas penquistas y en una de sus diferentes visitas lo conocí y se dio una amistad que fue creciendo en el transcurso de los años, que pasó netamente sólo de lo musical. Fueron un montón de anécdotas y tocatas que hicimos en donde se pasaba tan bien con el Cutu, nos potenciábamos todos. Todos los recuerdo con él son de mucha alegría, él era así y muy abierto con su música y talento. Siempre estaba muy dispuesto a participar de donde lo invitaran”, contó Venegas.

Otro músico local que compartió escenario en diferentes oportunidades con el trompetista, es el bajista y contrabajista de jazz, Rodrigo Álvarez, quien también destacó el talento, sabiduría y carísma que repartía Cuturrufo en cada una de sus presentaciones. “El venía a tocar mucho con Marlon Romero, y sobre todo en la época en que él estaba empezando con su academia. En ese tiempo, Cuturrufo venía de manera sagrada al festival que organizaba Marlon. Con su repertorio de standards de jazz no era tan complejo seguirlo y acompañarlo. Muy lamentable su partida, se extrañará mucho”.

Opinión a la que González agregó que “en verdad era generoso con el resto de los músicos, ya sea con jóvenes y no tan jóvenes, era un tipo con mucha necesidad de tocar, de hecho, esa necesidad de tocar iba más allá de lo netamente económico. Era como respirar para él. Había algo que lo tenía muy mal, producto de la pandemia, era eso de no poder tocar, más allá de generar o no ingresos, compartir la música con la gente. Andaba buscando eso, tocar en algún club o parte pequeña, con amigos o aficionados, pero tocar en vivo”.

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