Cultura y Espectáculos

Morricone y la fuerza del destino

Por: Diario Concepción 07 de Julio 2020
Fotografía: La Tercera

Nicolás Masquiarán Díaz
Departamento de Música, Universidad de Concepción

Roma vio sus primeras horas, y también las últimas. En noviembre, justo el día de su cumpleaños, debía recibir el Premio Princesa de Asturias junto a John Williams, la otra leyenda viva de la música cinematográfica. Su reloj se detuvo antes.

Morricone se negaba al concepto de “banda sonora”. Fiel a su formación en Santa Cecilia, lo suyo era “música absoluta”. Es decir, autónoma, sin amarras forzadas con el relato, la imagen, los códigos aprendidos o los encargos prescriptivos. No dudaba en mandar al infierno las imposiciones y caprichos. Si la música era buena, debía funcionar.

Una amistad de infancia lo unía a Sergio Leone, quien lo reclutó para su película “Por un puñado de dólares” (1964). Era una época -una de tantas- en que Hollywood buscaba refrescarse en las fórmulas del cine foráneo. Las innovaciones narrativas y visuales del spaghetti western, inspiradas a su vez en el cine japonés, fueron un lienzo ideal para desplegar su experimentalismo.

Lo realista, lo violento, lo impredecible, se impuso sobre la empaquetada pulcritud del épico cowboy estadounidense. La música, a la par, resultó austera, inhóspita, como los territorios y sujetos que representaba. Una revolución para los cánones del cine mainstream.

De ahí en adelante, su deriva compositiva lo asoció a nombres como Tornatore, Zefirelli, Passolini, De Palma, Bertolucci, Tarantino -uno de los que mandó al diablo- entre tantos nombres que con él hicieron historia. Almodóvar fue su deseo incumplido.

Asombra ver cómo, en su trayectoria, fue capaz de dialogar indistintamente con producciones que van desde el giallo al documental, al terror, a la historia y al drama intimista. Más de 500 películas. Su paleta era infinita. Incluso habiendo perdido la ventaja de la novedad, sabía sorprender.
Referencial y reverencial, también fue prolífico en la música de concierto. Influyó la música pop en mundos tan disímiles como los de Thom Yorke y Giorgio Moroder; y la cultura popular en la memoria entrañable de “La Misión” y “Nuovo Cinema Paradiso”, entre tantas otras películas que han sido más suyas que de sus directores.

Morricone inauguró una era en el cine occidental. El cine cambia; su música queda.

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