Cultura y Espectáculos

Libros digitales, un formato que ha tomado impulso durante la cuarentena

En el mes dedicado al libro, marcado por la permanencia en casa a raíz de la Covid-19, ha quedado de manifiesto la relevancia del soporte web literario por sobre el texto físico.Sin embargo, ha sido una convivencia que se viene dando desde hace mucho tiempo y matizado por el gusto de las personas que leen.

Por: Mauricio Maldonado 26 de Abril 2020
Fotografía: Andrés Oreña P.

Si bien desde la década de los cincuenta se comenzó a gestar la idea del libro electrónico, no fue hasta mediados de los años noventa que se materializa el primer programa de libros digitales -Digital Book- y se publica el primer texto en este formato: “Del asesinato, considerado como una de las bellas artes”, de Thomas de Quincey. Una tendencia que con los años fue creciendo y llegando a un punto de cuestionarse si el libro físico era o no necesario, o sea, la desaparición de lo impreso a causa de lo digital.

Sin embargo, no ocurrió esto último, sino más bien, y como ha pasado en otras disciplinas, como la música, por ejemplo, se ha abierto el espectro de la lectura a distintos formatos y públicos, el cual, al final decide qué es lo que más le acomoda. Una sana convivencia o coexistencia que durante estos días de confinamiento se ha acentuado o tomado un nuevo impulso, más aún si también le sumamos que estamos atravesando el mes dedicado al libro y durante esta semana se celebró a nivel mundial su día.

“Ha habido una convivencia armoniosa sobre lo digital y lo impreso. Aunque mi pronóstico es que, gracias a esta pandemia, el libro digital por fin se va a consolidar, lo que no había podido lograr debido a que la mayoría de las personas preferían lo análogo, el volumen, lo tangible por sobre lo intangible. Esta crisis ha acelerado ese proceso y creo que se fortalecerá muchísimo, las personas -lectoras- cambiarán de hábitos, sobre todo los nacidos en la era digital. Pero lo importante del libro es su contenido, no tanto el soporte, ya que es lo que permanece y perdura con el tiempo”, comentó Boris Márquez, director de la Biblioteca Municipal de Concepción.

Una opinión que va en la misma línea de lo expresado por César Valdebenito, escritor penquista con una importante bibliografía, quien destacó que “el coronavirus va a imponer la era de la lectura digital, pues hoy muchos van a descubrir que basta sólo un click para descargar un libro y leerlo. Quizá los cambios serán más o menos atractivos dependiendo de cada lector y puede que el proceso sea más largo de lo que podemos imaginar, pero vislumbro un panorama digital más enriquecedor del que existía antes de la pandemia”.

Para Darwin Rodríguez, poeta tomecino y director de la editorial Al Aire Libros, dicha consolidación se ha ido dando con anterioridad al contexto actual y no sólo se remite al ámbito de los libros y la lectura. “Creo que todos los formatos, no sólo de los libros, sino de otras formas de comunicación, se van o no consolidando -como por ejemplo, lo que sucedió con las máquinas de escribir eléctricas- y combinando armónicamente. Puedes escuchar un concierto en el más sofisticado equipo de sonido, e igualmente querrás tener la emoción del concierto en vivo. El lector clásico, que no sabemos cómo evolucionará, tiende a la emocionalidad que le transmite el paradigma cultural del libro físico. Quizás, luego de algunas generaciones en el ambiente digital, el actual libro será un objeto de culto”, manifestó.

Hábito virtual

Para Ramón Muñoz Coloma, escritor local, artista visual e investigador, no se puede hablar de un afianzamiento del formato digital por sobre el papel, ya que este acercamiento virtual a la lectura -si es que lo hay- es meramente circunstancial y no una práctica o hábito que con certeza se perpetuará en el futuro, lo cual hoy por hoy es algo totalmente incierto.

“Pienso que hay que diferenciar, por los menos, dos grupos de personas y su relación con los libros. Los que tienen la costumbre de leer y los que se ven enfrentados al encierro sin ese capital cultural. En el primer caso, por lo general, las personas tienen su pequeña biblioteca y de seguro echan mano a libros físicos, sin embargo, también este grupo -entre los que me incluyo- leemos en digital, aunque no lo preferimos. El segundo grupo, ese que no tiene la lectura como práctica habitual y quiere entrar en ella en estos tiempos, de seguro apela a lo digital, a la circulación del libro en las redes sociales, etc.”.

A lo que completó que “pienso que no hay fortalecimiento de ningún tipo, para ello la práctica (de la lectura) debiera ser permanente y en este caso no tenemos ninguna certeza de lo que va a pasar más adelante. Para que se realice una consolidación se hace necesario fomentar esta práctica, pero cuando vemos que la cultura es tomada como un remanente de los procesos económicos y nada más por parte de la autoridad, es muy difícil pensar en esos términos”.

Palabras similares a las expresadas por Gloria Sepúlveda, mediadora de la lectura y autora del libro de poesía “Edad”.Sin embargo, hace hincapié en la diferencia de experiencias que ofrecen ambos formatos y que lo digital avanzaba a paso firme previo a la pandemia.

“Nuestra vida estaba muy digitalizada antes de la llegada de la Covid-19. En la red circulan cientos de bibliotecas digitales, como una torre de Babel, que ofrecen su catálogo. Y muchas personas cuentan con dispositivos e-book. Ahora ese acceso se ha expandido y aparecen listados disponibles, pero la experiencia de la lectura digital es distinta a la experiencia física de leer un libro. Es más, ¿cómo sortear esas oleadas de títulos digitalizados? ¿Cómo navegar ahí? Es un desafío, las políticas públicas deben orientar el acceso digital a todo tipo de literatura como una herramienta de educación, que sea una llave para entrar a esa ‘Babel virtual’”.

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