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Trastornos del sueño y cambio de hora: una mala combinación para la salud

Modificación de horarios podría generar fatiga, somnolencia y cuadros de ansiedad. Diagnóstico precoz es vital para evitar accidentes cerebrovasculares e, incluso, trastornos hormonales.

Por: Ximena Valenzuela 18 de Marzo 2023
Fotografía: Pexels

Hasta antes de la pandemia, según la última Encuesta Nacional de Salud (2017), el 63,2% de la población mayor de 15 años aseguró presentar problemas para dormir, la mayoría por insomnio.

Ahora tras tres años de crisis sanitaria la situación estaría empeorando y especialistas calculan que cerca del 70% de la población presenta dificultades para conciliar el sueño o, derechamente, para dormir. Situación relevada en el Día Mundial del Sueño en que expertos recalcan que es vital abordar dichos problemas con un especialista cuando se han prolongado en el tiempo.

Los expertos de la Word Association of Sleep Medicine (Wasm), entidad que promueve la conmemoración del Día Mundial del Sueño, sostienen que las cifras son un índice de alerta y aseguran que si la población dedicara el tiempo suficiente a dormir la calidad de vida mejoraría notablemente.

Ahora bien, considerando el nuevo cambio de horario que se realizará en 15 días para regresar al de invierno, la situación podría provocar aún más trastornos. De hecho, el médico y presidente de la Red Nacional de Salud, Patricio Mardones, aseguró que la institución pidió, a través de una carta, al Presidente Gabriel Boric suspender este el cambio, pues podría generar problemas de salud. Propusieron crear un equipo técnico para decidir si es conveniente o no, donde para muchos podría tomar un mayor tiempo para adaptarse, ya que se trata de una modificación drástica en la rutina del sueño que podría representar elevados trastornos de salud mental, pues no se respetan los ciclos de sueño -vigilia, influyendo así, negativamente en el reloj biológico de las personas.

Advirtió que un cambio brusco en las horas de luz y oscuridad pueden detonar fatiga, somnolencia y cuadros de ansiedad en la población en forma transversal.

¿Trastornos normales?

Para Eduardo López, neurólogo y académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, las personas están muy acostumbradas a considerar “normales” los trastornos del sueño como son el ronquido o la apnea del sueño. Sin embargo, según advirtió, estos pueden ser “un factor cerebrovascular a tomar en consideración”.

“Afectan los factores tromboembólicos y facilitan la formación de coágulos durante la noche. Por ello, se les considera un factor de riesgo cardiovascular, tanto de infartos cardiacos como de accidente cerebrovascular, que se deben prevenir, especialmente en los pacientes con otros factores de riesgos asociados”, aseguró López.

El área cognitiva también se ve afectada. Los pacientes, detalló, tienden a presentar mayor cantidad de trastornos cognitivos, no sólo como factor asociado, sino como un factor predictor, como es el caso en las patologías asociadas a parkinson.

“Los trastornos de sueño REM (sigla en inglés de “Sueño de Movimiento Ocular Rápido), corresponden a un predictor de patología de riesgo de demencias y deterioro. A veces los trastornos de sueño son las primeras señales de ello. Por lo tanto, siempre hay que considerarlos como una patología a consultar y evaluar, y tratando de llegar a un diagnóstico y un tratamiento efectivo”, dijo el experto.

En ese sentido, López indicó que lo primero es averiguar la causa del trastorno, ya sea insomnio o ronquido, pues algunos pueden ser transitorios, pero otros pasar a ser crónicos con el tiempo, deteriorando la calidad de vida del paciente y su familia.

Otras medidas que pueden contribuir a mejorar la calidad del sueño son: bajar de peso, ordenar los alimentos, dormir entre 6 y 9 horas, no usar aparatos electrónicos a la hora de dormir.

Sueño excesivo

Si bien, algunas personas no logran conciliar el sueño, hay otras que sufren hipersomnia, es decir, sueño durante todo el día.

Evelyn Benavides, neuróloga especialista en medicina del sueño, explicó que el cansancio cotidiano por trabajo, suele ser proporcional a la actividad realizada y a falta de horas de sueño. “En cambio la hipersomnia , se relaciona a la sensación de sueño en situaciones en las cuales normalmente no lo tendríamos, como durante la conducción de vehículos, reuniones, viendo alguna película o en una conversación”.

La profesional, presidenta de la Sociedad Chilena Médica del Sueño (Sochimes), aseveró que la hipersomnia, en algunos casos, puede ser síntoma de depresión y que, de prolongarse por un mes, la persona debe recibir ayuda experta, pues el problema se acrecienta cuando no es diagnosticada a tiempo y es considerada sólo como un cansancio extremo.

El especialista deberá definir de qué se trata, por ejemplo, en caso que la hipersomnia dure más de un mes, más de 3 días por semana y si ocurre durante actividades en las que se necesita concentración, “situación que afecta a la calidad de vida (…) requieren más horas de lo necesario para tener un sueño reparador”.

Si a lo anterior se suman síntomas como: ánimo bajo, irritabilidad, disminución de concentración o sensación de malestar general hay que levantar una alerta puesto que se pueden asociar a un trastorno del ánimo o alguna enfermedad sistémica.

Benavides expresó que es relevante tener un pronto diagnóstico, pues la mala calidad de sueño aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, baja la inmunidad lo que genera enfermedades infecciosas o inflamatorias, disminuyendo la concentración y el ánimo. Lo anterior puede generar riesgo de accidentes laborales, domésticos, de tránsito, además, de un ausentismo laboral.

Salud mental se ve favorecida con un sueño reparador

Fernando Marchant, psicólogo de Vidaintegra afirmó que es clave para la salud mental dormir bien las horas que corresponden, sobre todo, cuando las personas sufren en enfermedades como depresión, ansiedad o algún trastorno como la bipolaridad.

“Dormir favorece el bienestar emocional al evitar estar irritable, de mal genio, actuar de manera impulsiva o descompensada”, dijo.

Además, según el profesional, ayuda al buen desempeño y a la productividad, ya sea estudiantil o laboral, más la capacidad de relacionarse adecuada y socialmente, potenciando aspectos propios de las relaciones sociales, como la empatía o el darse cuenta de las situaciones con mayor criterio.

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