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Pandemia en “libertad”, los testimonios de cuatro penquistas en Isla de Pascua

Cinco casos bastaron para decretar el cierre de vuelos comerciales al territorio insular. Hoy los locales llevan una vida prácticamente normal, sin embargo, los provenientes del Biobío, viven angustiados al estar lejos de sus familiares.

Por: Mauro Álvarez 10 de Mayo 2021
Fotografía: Cedida

Rapa Nui a 3.500 kilómetros de Sudamérica, dentro de sus características se encuentra rodeada de moais, que desde un inicio y bajo la creencia de su pueblo originario, los han protegido de las diversas adversidades que han debido afrontar como civilización. Sin embargo, dicha protección no sirvió frente al avance de la Covid-19.

Desde que se desató la pandemia, cinco casos positivos se detectaron en Isla de Pascua, lo que obligó a que se llevara a cabo un operativo inédito liderado por el alcalde Pedro Edmunds, quien prohibió la llegada de vuelos comerciales al territorio, para así evitar que los contagios se siguieran extendiendo, sobre todo, luego que el primer contagiado acudiera al único hospital que existe en Hanga Roa, el 11 de marzo de 2020, lo que provocó caos en el personal médico y en los isleños, puesto que los koros y las nuas (adultos mayores), principal grupo de riesgo, son muy importantes para la cultura local.

Cierre de fronteras, que aisló a un grupo de penquistas, quienes cuentan cómo han vivido la pandemia en una especie de “libertad”, pero angustiados al pensar en el encierro y la posibilidad constante de enfermar que tienen sus familiares.

Carolina Zuleta: “No poder despedir a mi papá fue duro” 

“Llegué a Rapa Nui el año 2012 a trabajar como odontóloga al Hospital de Hanga Roa y a pesar que estamos más acostumbrados a contagios múltiples, como el dengue y ya sabemos cómo actuar frente a él, cuando nos vimos enfrentados al primer caso de Covid-19, fue chocante, porque lo veía tan lejano a la isla. Estábamos terminando el verano y sabíamos poco del tema.

Se instauró el toque de queda, llegó la incertidumbre, pero por suerte ya no tenemos ningún caso. Si puedo rescatar lo bueno, es la unión que se logró entre quienes vivimos acá, al estar aislados nos fortalecimos. Sin embargo, no es fácil estar lejos, uno extraña y no dejo de pensar en mi familia y mis amigos que están en Concepción, vivo preocupada, por si se enferman y la angustia que deben sentir al estar encerrados. La angustia fue mayor al no poder despedirme físicamente y estar en el funeral de mi papá, por el cierre de fronteras. Ha sido mi momento más duro acá y en el que tomé realmente el peso y las consecuencias que está produciendo la pandemia”.

José Álvarez: “el no ver a mi familia es desesperante”

“Llegué a la isla en marzo de 2016 a trabajar al Servicio de Agrícola y Ganadero (SAG), como veterinario. Mi plan era quedarme un par de años y volver, pero al parecer ya me quedé.

Generalmente viajaba a Concepción una o dos veces al año, principalmente a ver a mi mamá que estaba enferma, pero desde que murió el 2019, sólo alcancé a ir una vez más, en septiembre.

Pensaba ir en marzo de 2020, pero llegó la pandemia y hasta ahí quedaron los planes. Llegaron los primeros cinco casos y todo fue un caos. Como yo trabajo en el aeropuerto se instauró un protocolo de forma inmediata, el alcalde prohibió la llegada de vuelos comerciales y se cerró Rapa Nui. Ha sido difícil ver todo de lejos, sobre todo, el no ver a mi familia, eso ha sido desesperante, en particular a mi papá que ya está viejo y vive solo. También extraño a mis hermanos y mis sobrinos. Antes era normal que vinieran a verme, pero con la pandemia, sólo me queda refugiarme en mi familia rapa, quienes me han acogido como un hijo más”.

Rocío Álvarez: “Es fuerte ver desde acá las restricciones”

“Voy a cumplir seis años en Rapa Nui, llegué a trabajar a un restaurante, con el tiempo me enamoré de un santiaguino que igual es cocinero y empezamos nuestro propio negocio en formato delivery en diciembre de 2019. El 2020 en plena pandemia partimos con nuestro local Iti Lafken frente a la costa, lo cual es paradójico, porque si bien muchos están cerrando en el continente, nos ha ido bien, hemos tenido un buen recibimiento. No obstante, dejando lo bueno de lado, es fuerte ver desde acá las restricciones y miedos que enfrenta mi familia en Concepción ante la alta tasa de contagios, sobre todo con mis viejos que están encerrados, algo que no he vivido, porque estoy libre acá y aunque debamos cumplir un toque de queda, la sensación de libertad existe. Y si bien, salir de la isla es caro, dan ganas de ir a verlos. Es bien complejo el escenario que ha puesto la pandemia para todos, en nuestro caso se está notando más ahora con el alza de precios, sobre todo, en pan y otras cosas básicas. No sabemos cuándo llegará un nuevo avión con abastecimiento”.

Pedro Moreno: “Un vuelo humanitario me juntó con Carla”

“Yo llegue un mes antes que se desatara la pandemia en el mundo, venía por tres meses al Hospital de Hanga Roa a trabajar en una campaña de Dengue y me ofrecieron quedarme porque tengo conocimiento en UCI. Ilusamente pensé que iba a ser por un tiempo, por lo tanto, mi esposa se había ido a Puerto Natales junto a su familia, pero empezó a pasar el tiempo y el aeropuerto no se volvió a abrir, ahí ya me empecé a desesperar, porque eran muchos meses separados. Hasta que en septiembre se autorizó un vuelo humanitario y pudo llegar, lo que no estuvo exento de polémicas, tuve que presentar documentos, hasta que permitieron su ingreso. Ella debió hacer cuarentena de 15 días, así que ahí veía a Carla (Curinao) desde 50 metros, hasta el 15 de septiembre cuando pudo salir, fue emocionante. Los meses anteriores, hubo mucho miedo, bueno aún lo hay, sobre todo, por lo que está pasando en Concepción con mi familia y en el sur con la familia de mi esposa. Por lo menos no se han contagiado. Acá hemos recibido mucha contención, la gente es muy buena con nosotros”.

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