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Parte secuenciación genética del coronavirus en la región

Dentro de poco, laboratorios de la zona podrían sumarse al esfuerzo de caracterizar el código de genes del coronavirus. Es un trabajo complejo, pero necesario: Chile podría tener una propia variante del virus, pero como no se ha montado aún una red de vigilancia genética, no lo sabemos.

Por: Diario Concepción 11 de Abril 2021
Fotografía: UdeC

No sabemos si hay una cepa chilena de coronavirus.

En las últimas 24 horas se confirmaron 8.124 casos en el país, de los que 713 corresponden a la región del Biobío, y no sabemos a ciencia cierta a qué variedad del virus corresponden.

Para remediar esto, las autoridades montaron a inicios de año un esquema de vigilancia que permite detectar las que arriban del extranjero. A la fecha, este sistema ha permitido analizar un 0.12% de los casos totales.

Esto es, aún queda un 99,88% del que ignoramos muchas cosas.

Según especialistas, una variante nacional podría ser, por ejemplo, más exitosa al propagarse, o mejor adaptada al clima de una determinada región del país. Podría ser más peligrosa para chilenos con diabetes.

Pero no sabemos.

Se trata de un problema, uno que no se revolverá a menos que se logre monitorear efectivamente al virus, cosa que afortunadamente está por comenzar.

Esto, porque después de que el Instituto de Salud Pública comenzara a examinar a las personas que vienen del extranjero, distintos laboratorios, académicos y centros de estudio han decidido sumarse a la tarea de “vigilar” al Covid.

Según ha informado el Ministerio de Salud, una treintena de centros a nivel nacional tiene las competencias para formar parte de esta red.

Uno de ellos está en Concepción, y dentro de poco se sumarán otro.

Esta es la historia de los esfuerzos que se hacen en la zona, para dar con el código del Covid.

Un texto de 23 mil letras

Si el código genético del Covid fuera un reportaje en este diario, tendría una extensión de seis páginas. Esto es el espacio que ocupan en este medio 23 mil caracteres, o letras, el equivalente a los componentes básicos del genoma de este patógeno.

En este espacio están contenidas las instrucciones que el Covid necesita para multiplicarse, que es básicamente lo que hace un virus.

Si seguimos con la analogía, una variante del coronavirus son las mismas seis páginas de texto, pero ubicadas en la sección de deportes de un periódico de otra ciudad. Tendría otras fotos, y llegaría a otras personas.

Saber qué variante es la prevalente en una población determinada le da al sistema de salud la misma ventaja que tiene un ciudadano que lee varios periódicos.

De ahí el interés por las organizaciones internacionales para secuenciar el genoma de las distintas variedades, tarea que la Organización Panamericana de la Salud encargó al IPS a comienzos de año.

A poco de ello, la Sociedad Genética de Chile informó que “Chile tiene la oportunidad de ser líder a nivel regional en la implementación de un plan de vigilancia genómica que incluya a todo el territorio nacional. El Instituto de Salud Pública (Ispch) es uno de los dos laboratorios de referencia en todo Latinoamérica de la Red Regional de Vigilancia Genómica de Covid-19 creada por la OPS en 2020”.

El organismo listó los laboratorios que podrían sumarse a la red, entre los que se cuenta el Centro de Biotecnología de la Universidad de Concepción, el único del Biobío con estas capacidades.

Cristian Gallardo, científico, académico de la universidad y subdirector del Centro Interdisciplinario para la Investigación Acuícola (Incar), está a cargo del equipo que podría secuenciar el genoma del Covid en la región.

“Es relevante poder hacerlo, el virus cambia y si uno de esos cambios tiene que ver, por ejemplo con una proteína con la que el Covid se ancla a las células, esto cambia la forma de contagiarse”, explica.

“Desde el punto de vista epidemiológico, es clave”, dice.

“En una población con poco control, una variante puede comenzar a aumentar su frecuencia y podría pasar a ser la dominante, entonces la relevancia de esto es determinar a qué nos enfrentamos”, aclara.

A la región podría sumarse un segundo centro con capacidad de secuenciar el genoma del Covid. Esto, pues el año pasado el académico de la facultad de biotecnología, Felipe Aguilera, adjudicó un proyecto para adquirir uno… destinado a analizar la fauna marina de la región.

“El análisis es el mismo, y ahora es más relevante esta tarea, la que plantea el Covid”, cuenta.

“El país tiene un buen sistema de testeo, pero el PCR no te dice la variante, y eso es lo que necesitamos, para tomar decisiones”, añade.

“Las variantes son como diferentes tipos o cepas, una variante no es un virus diferente, es el mismo que mediante mutaciones, se diferencia del virus principal, en este caso del chino que es el original, y esto pasa porque el virus tiene la capacidad de reproducirse de forma exitosa en una población en particular: por eso hay una vertiente, por ejemplo, en Inglaterra, o en Brasil”, continúa.

Según el especialista, la actual segunda ola podría deberse a una cepa chilena.

“Saberlo es relevante”, señala.

Un aporte al mundo

La pandemia, una emergencia que el mundo no enfrentaba desde hace un siglo, cuando se expandió por el globo la gripe española, obligó a utilizar nuevas tecnologías. Entre ellas, una que está detrás del programa de vacunación: inmunización basada en el código genético del virus.

Es la primera vez que este tipo de vacuna se aplica en la historia, y tiene una ventaja por sobre la forma tradicional, que es la inoculación de un virus deprimido: la rapidez con que se puede adaptar a nuevas condiciones.

En este sentido, la posibilidad que brinda la ciencia nacional, es interesante.

“Secuenciar un genoma tiene pasos complejos, cuando llega una muestra hay que procesarla, se prepara una librería y esta es el input del aparato, que te dice cómo es el genoma. Esto, se reconstruye luego informáticamente”, explica Felipe Aguilera.

Y esto significa que una eventual variante chilena, puede codificarse, y enviarse por un sencillo correo electrónico al laboratorio que produzca la vacuna basada en el código genético.

“Es más complejo que lo que voy a decir acá, pero es como enviar las instrucciones para que allá copien y peguen una nueva vacuna”, añade.

La disponibilidad de esta vacuna permitiría que el exitoso plan de vacunación local fuera específico, pero además, facilitaría a otros países la tarea.

En ese sentido la meta del Gobierno es ambiciosa, 500 genomas secuenciados a la semana, varias veces más de lo que se hace hoy.

El costo, afortunadamente no es tan alto, entre $50.000 a $150.000 por test. Lo más complejo acá no es la disponibilidad de recursos, tanto como de reactivos y sobre todo personal calificado capaz de desarrollar efectivamente una secuenciación.

En ese sentido, explica Gallardo, Concepción corre con alguna ventaja. “Nosotros iniciamos operaciones hace unos diez años, y parte del personal tiene doctorados, eso no es tan común”, dice.

UdeC

Ventaja de local

La capacidad de secuenciar el coronavirus en Concepción no es solo una ventaja a la hora de enfrentar la pandemia, sino que deja también capacidades instaladas en la región.

“Esto nos habla de la madurez de la ciencia chilena, que es capaz de enfrentar estos desafíos. Pensemos en otras patologías, como el Hanta, por ejemplo, y cómo las competencias que nos brinda el trabajo contra la pandemia, nos deja”, cuenta Paulina Assmann, seremi de Ciencias de la Macrozona Centro Sur.

Según Gallardo, hay otras ventajas.

“Las muestras pueden dañarse cuando se envían a laboratorios de otros lugares, en ese sentido, esa es la primera ventaja”, cuenta.

“Además, la toma de muestra es más delicada que un PCR”, finaliza.

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