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Covid en primera persona: cómo es el trabajo crítico en Hospitales, en voz de sus protagonistas.

¿Cómo abordar el trabajo del personal de salud, sus historias, en estos largos meses de pandemia? Sin ser parco, pero sin ser sensacionalista. Sin abrumar con las cifras sobre el coronavirus, pero sin perder de vista la gravedad del asunto. Para contar cómo vive el personal sanitario la pandemia, decidimos abrir la página de Diario Concepción, y ponerlos en primera persona.

Por: Diario Concepción 17 de Enero 2021
Fotografía: Cedida

El coronavirus llegó al país para cambiar completamente el trabajo en las unidades intensivas del país. Hoy, hay más camas críticas, hay más personal, más turnos y menos descanso.

Enfermeras, médicos, kinesiólogos, matronas y cada profesional del área, todos tuvieron que incorporar nuevos protocolos y sumar rutinas de limpieza.

Al principio, como con toda tormenta, hubo incertidumbre, temor al cambio, cansancio. Hoy, el aprendizaje que deja la emergencia muestra equipos más conectados en lo emocional, organismos que valoran más el trabajo conjunto.

Para contar esto buscamos a cuatro voces que pudieran relatar las vivencias de casi un año de pandemia.
Son relatos contados a este medio, pero se optó por dejarlos en primera persona por una serie de motivos. El primero, claro, como muestra de respeto a una labor extenuante, interminable y en la que sobran las palabras que pueda colocar este periodista.

El segundo, es que se trata de historias con una alta carga de emociones, fuertes, dignas, dolorosas… intensas. Abordar eso sin caer en simplezas que empobrezcan el relato, o derechamente en sensacionalismos, es difícil.

Mejor será, pensamos, poner en primer lugar sus voces.

Laura Aburto, TENS, Hospital Higueras.
“Aprendí a ser fuerte”.

“Al principio fue caótico, no conocíamos nada del virus, hubo muchos cambios y tuvimos miedo”.
“Todo era nuevo. Tuvimos capacitaciones para nosotros, y tuvimos que enseñarles también a los colegas más nuevos”.

“No fue sólo eso. En medio del trabajo, de los turnos, hubo cambios mayores. En este hospital teníamos una Unidad de Cuidado Intensivo, luego dos, tres. Ahora, tenemos cinco”.

“Implementamos mejoras, capacitaciones, protocolos, asumimos los turnos con menos personal del ideal, todo con la esperanza de que esto se calme, pero ha aumentado y eso es muy frustrante”.

“Los primeros pacientes, ¡llegaban asustadísimos! Son personas que hay que conectar, que quedan en coma inducido, y nosotros le explicamos dónde está, que haremos lo posible, le damos la mano cuando reza, esas cosas”.

“Pero es gente que sabe que si no sale de ahí no va a volver a ver a su familia, saben que somos su último contacto humano y tenemos que darles esperanza. Eso es súper fuerte”.

“En lo familiar, es complejo, tengo dos hijas y tuve que acomodar la educación online con mis turnos, y no da el tiempo”.

“Es difícil asumir que no tenemos idea de cuándo va a terminar esto. Y más que físicamente, estamos cansados psicológicamente, con miedo. Yo vivo con tres adultos mayores, hijas, esposo, y el ritual de entrar a la casa es…. agotador. “Entro por el garaje, tengo mi alfombra con cloro, dejo la ropa en el patio, entro, me cambio de ropa y después saludo. Es un ritual que toma 30 minutos y que tengo que hacer todos los días”.

“Más encima, termino esto y tengo que ver las clases de mis hijas, las cosas de la casa. Trato de darme un espacio, como sea, para mí. Tengo mi huerta”.

“Creo que aprendí que hay que ser fuerte, tener una mente fuerte, en el momento con el paciente hay que ser así. Después te puedes derrumbar, en tus momentos, con tus amigos… pero entonces no, el paciente tiene que tener la confianza de que va a estar mejor”.

Álvaro Vargas, Kinesiólogo, Hospital Higueras. “No somos
la primera línea. Somos la última”.

“En la neumonía por Covid se produce una insuficiencia respiratoria, en la cual, asociada a la infección, el pulmón pierde su función que tiene que ver con el intercambio gaseoso adecuado. Como el pulmón pierde la función normal, deja de oxigenar los tejidos. Eso lleva a que el paciente sea incapaz de mantener una respiración adecuada, lo que hace necesario usar sistemas que mejoren la función pulmonar”.

“Lo primero es una cánula nasal de alto flujo, no invasiva, y cuando aun así la respuesta del paciente es pobre, el paciente lamentablemente debe ser conectado a ventilación mecánica invasiva, que es donde se seda al paciente se intuba y se conecta a ventilación mecánica”.

“Entonces, el ventilador asume toda la función del sistema pulmonar”.
“Es difícil saber esto, y tener que internarte”.

“Yo di positivo, en julio me contagié y comencé con síntomas gripales, odinofagia, cefalea, luego perdí el gusto, el olfato, y como al séptimo día de tener Covid, comencé con disnea, un dolor quemante en el pecho”.
“Uno tiene miedo, no quiere llegar a la ventilación mecánica”.

“Me vi en esa situación y me desesperé. Yo por eso me fui al Higueras, a mi hospital, y me quedé ahí porque confío en mi equipo”.

“Este virus es un arma de doble filo, puedes ser joven y deportista, pero te puede dar neumonía. Se sabe que los adultos mayores van a tener complicaciones, pero la gravedad de la neumonía, no discrimina. Hemos tenido pacientes de 24, 28 años, súper graves, y de 80 también”.

“Llevo 10 años en la UCI, hemos visto pacientes con Hanta, la época del H1N1, donde vimos pacientes con insuficiencias graves…. y en este periodo algo similar, solo que ha demostrado que es tremendamente contagiosa. Nosotros vemos a los pacientes cómo llegan, desde el nivel mínimo, y al cabo de unos días ves cómo se van complicando hasta que llegan al ventilador mecánico”.

“Y, en todo esto, nosotros no somos la primera línea, somos la última. Después de nosotros, del personal UCI, no hay nadie más”.

Carolina Rodríguez Matrona, Hospital Regional.
“Un parto Covid es un momento límite”.

“Un parto Covid es completamente diferente, aun con la variedad de tipos de parto que hay”.
“Al principio, era bien complicado, porque los protocolos eran nuevos y no sabía qué mascarilla ponerme, qué ropa usar. Ahora es diferente, ya está todo eso incorporado en todo el equipo, es más automático”.

“Aun así, hay una diferencia que no es de protocolo, es en el contacto, a nivel emocional esto es muy diferente a como era antes”.

“La diferencia es que, con la pandemia, cuando la paciente es positivo, hay un estrés que genera la Covid en el personal de salud. Eso, en el paciente, se añade a lo difícil del trabajo de parto, y además, se suma al miedo la incertidumbre”.

“Aquí, el abordaje emocional es muy diferente…”

“El parto es un hito en la vida de las mujeres, y en este tiempo, con o sin Covid, es complicado porque las mujeres lo viven solas. Ha sido difícil para las pacientes porque siempre estaba la opción de estar acompañadas, hemos tenido que asumir ese rol de contención, tenemos que dedicarnos más, porque están solas”.

“Es una tarea que se complica. No se puede tocar, por ejemplo, pero se apela a la conversación, una pregunta, una empieza a indagar en su vida, empiezas a contactar, en ese poco rato, le preguntas cosas cotidianas y se hace contacto”.

“Un parto tiene una gran cantidad de fluidos, entonces, es un ambiente muy de riesgo y los protocolos son bien estrictos. Ropa, protección facial, guantes. Eso nos protege, pero al mismo tiempo te distancia del paciente en un momento muy importante, un parto”.

“Ahora, es un momento límite, y en ese momento se aferran. Nosotras tratamos de que no sea un trauma, un mal recuerdo”.

“A veces nosotras mismas hacemos videollamadas a las familias, que tengan información, las emociones han sido súper fuertes”.

Paula Fernández, medicina intensiva, Hospital Regional.
“No estamos derrotados”.

“Nos tuvimos que transformar desde UCI polivalente a una Covid. Antes, nosotros veíamos obstétrico, quirúrgico, de todo un poco, ahora sólo Covid. Pasamos de 14 camas…. a 52 sólo Covid”.

“Lo primero fue duro, en términos de organización, y después en los meses que vinieron, la carga de trabajo, se hizo grande. Esta no es una enfermedad estándar, es una enfermedad nueva, con un comportamiento nuevo, y tuvimos que aprender a enfrentarla”.

“Al comienzo comenzamos a recoger experiencias de Italia, España, Francia, comenzamos a armar protocolos de acuerdo a eso… pero una vez que comenzamos a recibir pacientes nos hicimos recién la idea de lo catastrófico que era”.
“Todo esto fue súper rápido, un montón de cosas que uno se da cuenta después… nos tuvimos que aprender a vestir de una manera diferente, tenemos contacto diferente… o sea, no tenemos contacto con los pacientes porque no se ve la cara, los familiares ya no pueden venir”.

“Eso es bien fuerte, no sólo para los pacientes. Antes, la familia estaba involucrada, ahora, no se da, salvo en la etapa final de acompañamiento”.

“La prevención, el cuidado es tan importante. Hemos tenido casos, familias enteras conectadas a ventilador mecánico, porque se juntaron a un cumpleaños, al año nuevo. Han fallecido acá pacientes que tienen a los parientes conectados también a ventilador, y no se enteran hasta que despiertan”.

“Además, la gente no despierta como en las películas, es un proceso de días, primero respiran, comienzan a parpadear, cuando despiertan tienen lagunas de memoria, hay que repetirles qué pasó, y todo eso es más fácil con la familia, ayuda a conectarse. Pero si tú te despiertas después de doce días, y ves caras completamente tapadas, con mascarillas y protección, es mucho más difícil”.

“Es difícil todavía mirar para atrás, pero lo que más hemos aprendido es la importancia del equipo, nadie ha hecho nadie por sí solo, eso nos permitió aumentar camas, bajar la letalidad, lograr resultados”.

“En lo personal, uno mismo no sabe la capacidad que tiene, el aguante, la capacidad de expandir conocimientos, fuerza física y mental, lo emocional, seguir funcionando en este contexto es muy difícil”.
“Aun así, soy optimista. No estamos derrotados”.

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