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Psicóloga social UdeC: “La gente se quedó sin referentes institucionales”

La profesional explicó que los chilenos se quedaron sin referentes, lo que llevó al despertar social.

Por: Mauro Álvarez 05 de Diciembre 2019
Fotografía: Raphael Sierra P.

“La Organización Mundial de la Salud, desde hace varios años, ha señalado que los determinantes sociales tienen una influencia directa en el tipo de salud que tenemos. Esto significa que, por ejemplo, cuando las condiciones de vida básicas estructurales son precarias, aumentan las probabilidades de empeorar nuestra salud mental”, explicó la doctora en psicología de la Universidad de Concepción (UdeC), Pamela Vaccari.

A 48 días del estallido político social en Chile, donde se han visto afectadas las condiciones de vida de los chilenos, la profesional aclaró que: “es de suma importancia que se mejoren las condiciones sociales de la población, para evitar que la gente se enferme”.

Desigualdad

Si bien en Chile la medición de la pobreza por ingresos ha arrojado cifras positivas, señalando su disminución (8,6% en 2017, según Casen), la pobreza multidimensional, que mide educación, salud, vivienda, trabajo y seguridad social, redes y cohesión social, alcanza a un 20,7%, lo cual es muy alto para un país Ocde. “En este escenario, el primer análisis a realizar es que la desigualdad social probablemente nos enferma, esto, porque impide nuestro pleno desarrollo humano”, dijo Vaccari.

El profesor y premio Nacional de Historia, Gabriel Salazar, ha analizado los factores que provocan la desigualdad, indicando que esta se fraguó desde los comienzos de nuestro origen como república, donde la sociedad chilena emergió con una clara división entre la élite y el pueblo, siendo ellos quienes han controlado el poder político, económico, sanitario, educacional y cultural, mientras que el pueblo, “la no élite”, no controla nada.

Lo anterior, “se profundizó aún más con la instalación del modelo neoliberal en Chile, en tiempos de dictadura, 1973- 1990, mediante la doctrina del shock (Naomi Klein, 2007)”, argumentó la psicóloga.

Desde la psicología social, concordó Vaccari, se podría explicar que el despertar social tiene diversas perspectivas, pero, sin duda, tienen en común el contexto de la desigualdad, lo que afectó la salud mental de la comunidad, quienes cansados del sistema neoliberal salieron a las calles a marchar.

#NoSon30PesosSino30Años

“Cuando hablamos de ‘movimientos medianamente coordinados en grupo’ podemos hablar de un comportamiento colectivo. Y el comportamiento colectivo, que deviene en un movimiento social, generalmente, es capaz de crear nuevas formas de identidad. Esto es relevante, porque lo que ocurre es una innovación, en palabras de Moscovici (1970), y por ello en su aparición puede emerger como disruptivo y desestructurante para los sistemas sociales”, detalló.

Vaccari aseguró que “el movimiento surgió con fuerza, debido a elementos emocionales que pueden leerse como positivos (unión, cohesión grupal o afecto entre quienes se reconocen como iguales), pero también negativos (rabia, impulsividad e irracionalidad)”.

“En el caso de Chile, es posible apreciar cómo una parte de la población, estuvo al menos 30 años señalando que nuestro país no era un oasis, que no existía la clase media, sino el ‘pueblo’ y que estaba siendo víctima de la desigualdad social que le impedía acceder a servicios, situaciones a la que se sumó la corrupción”, añadió.

Lo anterior, afirmó, llevó al despertar de la población, debido al cansancio mental de años de incertidumbre y desigualdad. “De este modo, claramente, Chile y sus habitantes se quedaron (nos quedamos) sin referentes institucionales que respetar, ya que todos, en mayor o menor grado, incurrieron en faltas de ética en los últimos años”.

Complementó que el cúmulo de hechos llevó a que la gente se empoderara y se sumara a las manifestaciones. “Todos quienes habían quedado fuera, ahora participan. Por un lado, están los que marchan y que nunca antes lo había hecho y, por otro lado, quienes ejercen violencia”.

Respecto a estos últimos, analizó la profesional, “es un fenómeno que se desarrolla en las crisis y donde las personas pueden realizar posibles actos de violencia argumentando su respuesta como un acto de defensa a la violencia que reciben o porque sienten, por primera vez, que son protagonistas y parte de algo importante, lo que ocurre tras la pérdida de la identidad individual que se desarrolla dentro de un grupo cohesionado”.

Sobre cómo se podría mejorar y subsanar la salud mental de la población, Vaccari dijo que “se requiere un liderazgo participativo y no representante de la élite, se debe demostrar empatía y comprensión, porque la identidad pueblo ya está instalada, tienen años de sufrimiento, humillación y denostación, lo que sólo podría detenerse si se siente invitada, convocada y respetada”.

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