“El medicamento permitirá que el avance de la enfermedad se detenga y que con el paso de los meses y años, a Lucas no vaya perdiendo sus funciones motoras, las que a la larga pondrán en riesgo su vida”.
Así de trascendental es para el padre de Lucas, Pablo Pacheco la resolución de la Corte de Apelaciones de Concepción de acoger por unanimidad el Recurso de Protección interpuesto por la familia para que la Isapre Nueva MasVida costee el tratamiento del menor afectado por Atrofia Muscular Espinal (AME).
Pese a la negativa de la entidad privada de incluir al menor dentro del plan de salud de enfermedades catastróficas y de alto costo, al calificar el tratamiento como uno ambulatorio, en Tribunales, mediante informes médicos, se comprobó que éste requiere de hospitalización, obligando a la Isapre a tener cobertura.
Eso significa, explicó Pacheco, que “uno tiene un copago que como máximo llega a 3 millones y medio y de ahí en adelante, sin tope, debe ser cubierto por la Isapre”.
La institución tiene hasta hoy lunes para presentar una apelación a la Corte Suprema, la que deberá pronunciarse, sea en ratificación al fallo en primera instancia de la Corte de Apelaciones o revirtiéndolo.
Entre la revisión de lo expuesto por la institución hasta la revisión del fallo definitivo, pasarán a lo menos dos meses y medio para que Lucas tenga la certeza que podrá iniciar el tratamiento.
En la Corte de Apelaciones penquista se han ingresado 5 recursos de protección para menores de edad aquejados por la enfermedad, de ellos se han dictados tres sentencias, dos favorables y una rechazada.
Éstas últimas tienen un a su favor que los oficios entregados por el Servicio de Salud y el ISP respecto al único medicamento que trata la enfermedad y que tiene un valor de $500 millones, es contundente en comprobar su eficacia.
Además, recalcó Pachecho, los dos fallos a favor “van sentando jurisprudencia para los casos y recursos de protección venideros”.
En tanto, los padres de Lucas continuarán esperando por el fármaco que le permitirá a su hijo, en el mejor de los casos, alcanzar la autonomía en funciones básicas, como “cepillarse los dientes, comer por sí solo y jugar o escribir en el computador. Muchos dirán que no es nada, pero para él y nosotros es más que suficiente”.