Estudio caracterizó por primera vez al Santuario de la Naturaleza como relevante para conservar la vulnerable ave endémica y su valor socioecológico.
Era un niño cuando el hoy geógrafo Rodrigo Ibáñez andaba de paseo familiar y vio por primera vez un pingüino en una playa de la Península de Hualpén; área protegida como Santuario de la Naturaleza por su rica biodiversidad, con bosque caducifolio y ecosistemas costeros como la desembocadura del Río Biobío y humedales que albergan flora y fauna autóctona, en un territorio que habitan comunidades con un desarrollo e historia vinculada al mar.
Por años pensó que esos ejemplares, de plumaje negro en la parte superior y blanco en la inferior con una franja negra en el pecho, llegan perdidos desde la Antártica. Hasta que siendo un joven visitó Caleta Chome y les volvió a ver en una actividad con Turismo Chome Aventura de Fernanda Silva y su padre, y aprendió sobre el lugar y los nativos pingüinos de Humboldt.
Y se interesó perdurablemente con la Península y esta ave. Y creció más cuando comenzó a estudiar Geografía en la Universidad de Concepción, iniciando la visita regular y vinculación irrompible con la zona, sus animales y paisajes, su gente y riqueza invaluable.
Así surgió la tesis con que recientemente obtuvo su grado académico, en que desarrolló un estudio pionero que rescata el valor del Santuario de la Naturaleza para la especie y su valiosa presencia local. Es habitante desconocido por parte de la población que asocia los pingüinos con ecosistemas congelados o alejados y no los nuestros. También es muy vulnerable.
“Se me hizo importante dar mayor visibilidad a la especie para que las personas sepan que pueden encontrarlo en su región, y de esta forma pueda aumentar su protección y preservación, ya que uno no protege lo que no conoce”, manifestó.
El geógrafo explicó que este pingüino debe su nombre a que su distribución se limita a la corriente de Humboldt, siendo endémico de Perú y Chile, aunque se estima que 70%-90% de la especie está en nuestro país, concentrada en regiones del norte.
Lamentablemente, sus poblaciones han tenido una alarmante reducción que les tiene en estado vulnerable en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). De seguir el declive, crece el riesgo de extinción.
Ante este crítico escenario, el objetivo de la investigación y sobre todo necesidad, fue caracterizar y visibilizar al área marina-costera local como relevante para la vida de la ave única, y a ésta para el territorio y comunidad: no es visitante, allí se reproduce, anida, alimenta y refugia, mientras da inigualable identidad e invaluable atractivo a la zona.
“Abundancia, distribución y valor socio-ecológico del Pingüino de Humboldt en la Península de Hualpén” se tituló el trabajo que generó evidencias que llenan vacíos de conocimiento sobre sitios y vínculos importantes, producto de búsqueda bibliográfica, observación en terreno y entrevistas a diversos actores.
Ibáñez contó que en la literatura hay información general de la especie y a nivel nacional concentrada en el norte, fundamentalmente en lo biológico y ecológico: “no existía información pública sobre pingüinos de Humboldt en Biobío, sólo encontramos información de avistamientos en aplicaciones como eBird e investigaciones que incluían la Región como zona de distribución de la especie, pero no avistamientos o abundancia/distribución”.
La tesis se realizó bajo la guía de la doctora Mónica Ortiz, académica de la Universidad de Concepción; junto a la doctora Sara Rodríguez, académica de la Universidad Católica de la Santísima Concepción que aportó datos del monitoreo mensual de avifauna y mamíferos marinos de la Península que lidera desde 2023.
Ibáñez también hizo monitoreo y toma de datos en enero y febrero de 2025 durante su práctica profesional en el Centro de Estudios de Mastozoología Marina por vía marítima en tours de Turismo Chome Aventura.
Y entrevistó a personas vinculadas con la zona, tanto residentes como ligadas a turismo y ciencia, para integrar sus experiencias.

Cedida
Islas Cullintos, Los Chilcos, Mutillar (o Tres Cuevas), Punta La Gaviota y El Arco (o La Portada) fueron algunos de los puntos de la Península de Hualpén observada en la investigación de Rodrigo Ibáñez que entrega evidencia inédita y crucial para orientar acciones de protección y conservación del pingüino de Humboldt y sus hábitats locales.
Como uno de los principales resultados el investigador destacó que mediante monitoreos se identificaron 5 zonas de importancia para la especie por su mayor abundancia; y a partir de las entrevistas se añadió una sexta zona a la que sólo se puede acceder a pie, sin posibilidad de avistamiento vía marítima.
“Se destacan los meses de verano como los de mayor avistamientos de la especie y disminuye mucho su presencia durante los meses de invierno”, precisó. Los cambios estacionales se atribuyen a procesos de migración y refugio de individuos en cuevas.
Otro hallazgo relevante fue identificar una población residente y otra en tránsito.
La investigación también relevó el vital rol ecológico de la especie considerada centinela por ser bioindicador de la salud ecosistémica; al ser muy sensible a perturbaciones humanas y cambios en sus hábitats es que cuando ocurren se alteran sus poblaciones. Por ende “su presencia indica la buena salud del ecosistema: disponibilidad de alimento, productividad biológica y equilibrio trófico”, afirmó.
Y otro papel esencial hay para una comunidad que le reconoce como valioso emblema, que es característico de la zona y atrae turistas. “Dentro de la Península de Hualpén se identifica como una especie emblemática, formando parte del paisaje de la zona, dándole una identidad y promoviendo la economía circular a través del turismo educativo”, profundizó Ibáñez.
Aunque como preocupante contraste a sus cruciales roles se identificaron diversas amenazas a su subsistencia a nivel local, de trascendencia para la conservación de la especie endémica vulnerable y de acotada distribución.
El investigador advirtió que en las principales amenazas en la Península están las especies introducidas como perros, gatos y ratas; presencia humana e irresponsabilidad en uso de drones y prácticas de turismo que no respetan distancias de avistamiento o contaminan; extracción de huiro, pesca no regulada y sobrepesca; desarrollo inmobiliario y fragmentación de hábitat.
En este sentido, relevó que “dentro de la Península de Hualpén se comenta que la población ha variado mucho a través de los años, disminuyendo considerablemente desde al año 2019 y aumentando/recuperándose en los últimos años”.
Son evidencias de la alta sensibilidad de la especie frente a cualquier tipo de perturbación; también de la necesidad y oportunidad de encauzar acciones efectivas para su protección, considerando sus zonas y temporadas de mayor abundancia para medidas concretas.
Ante ello la consciencia y contribución de la comunidad tiene un rol protagónico. “Es nuestra responsabilidad preservar a esta especie, ya que si desaparece de nuestro país desaparecerá de todo el mundo, fue destacado por Juan Machuca en una de las entrevistas”, contó Rodrigo Ibáñez.
El de Humboldt es una de las 18 especies de pingüino del mundo, 9 habitan Chile: grupo de aves no voladoras, grandes nadadoras y buceadoras por sus alas y cuerpo adaptado para vivir en el mar, donde se alimentan a grandes profundidades.
La doctora Sara Rodríguez explicó que en la costa chilena habita especialmente en zonas rocosas y costeras frías del norte, de Atacama a Coquimbo, con conocidas presencias en Isla Chañaral e Isla Damas, pero hacia nuestro sur son también trascendentes.
“El Pingüino de Humboldt no sólo visita Hualpén, sino que es zona de reproducción, anidamiento y alimentación”, enfatizó, respaldada por la evidencia de más de dos años de monitoreo a la fauna marina de la Península.
Ello, junto con lo acotado de su hábitat y la falta de información sobre sitios reproductivos, para la investigadora destacan a esta área del Biobío como importante para la conservación de la especie, y a la conservación de esta especie como crucial para la biodiversidad y comunidades locales que dependen del ecoturismo.
Es que el desarrollo y bienestar de las comunidades locales presente y futuro depende cada vez más fuertemente de las actividades turísticas desde un turismo de naturaleza y experiencias que sea sostenible, además de tradiciones y gastronomía costera, donde la observación de aves gana adeptos y los pingüinos crecen como atractivo que se debe proteger y preservar.
Ante ello, la académica sostuvo que los resultados de la investigación sobre presencia y valor socioecológico de la especie abren preguntas y desafíos en torno a la conservación e interacciones humanas que hace falta abordar, en lo que ejemplificó “el efecto del turismo en la Península, conectividad de hábitats o sitios reproductivos, y dieta; además generar estrategias de manejo y conservación de la especie en la Península”.
En ese horizonte, consignó como clave mantener los monitoreos para tener una línea base de evidencias, fomentar prácticas turísticas sostenibles, y fortalecer la educación ambiental y acción comunitaria.