"Refugio Kelp” es un juego de cartas creado por Fundación Mar y Ciencia, cuyo desarrollo tuvo asesoría científica del director del AlgaLab de la UdeC Erasmo Macaya.
Los bosques de algas son sustento para la vida y bienestar planetario, cumpliendo roles cruciales en Chile con su vasto y rico mar, y están en riesgo ante varias amenazas. Y esa vital complejidad y necesidad de protección aborda el juego de cartas “Refugio Kelp” que se presentó en Concepción.
Una herramienta creada por Fundación Mar y Ciencia en colaboración con Within Play para educar y concientizar de forma entretenida sobre estos ecosistemas marinos, cuyo desarrollo tuvo asesoría científica del doctor Erasmo Macaya, director del Laboratorio de Estudios Algales AlgaLab de la Universidad de Concepción (UdeC), quien integra el Grupo de Especialistas en Algas Marinas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
El proyecto se financió por Ciencia Pública del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, y llegó a la ciudad con apoyo del Centro de Investigación Oceanográfica Copas Coastal de la UdeC. En la Biblioteca Municipal, grupos se reunieron a probar el juego que convierte el aprendizaje sobre los bosques marinos y la conservación en una experiencia lúdica e interactiva.
“En Chile tenemos bosques de algas desde lo más norte a Magallanes. Con este juego esperamos que más personas los conozcan y valoren”, sostuvo el biólogo marino Felipe Pizarro, director del proyecto.
Al respecto dijo que intentan mostrar lo que muchas personas desconocen y no valoran por estar bajo un mar donde no cualquiera puede sumergirse. “A veces desde la costa se ve como un manchón en el agua y las personas no imaginan toda la vida que hay, y cuesta proteger lo que se desconoce”.
Los bosques de kelp son relevantes para el océano y la vida en tierra y humanidad. “Los bosques de algas dan buena parte del oxígeno que respiramos. En el océano cumplen funciones como dar refugio a diversas especies, servir como zonas de alimento y reproducción. También pueden tener importancia económica”, sostuvo, ya que muchas personas y comunidades se sustentan extrayendo algas o especies asociadas a bosques. El problema, advirtió, “están muy amenazados, ya sea por extracción y la crisis climática.
“Refugio Kelp” integra estas aristas a través de una dinámica de retos y estrategias “En el juego se van administrando nutrientes, adquiriendo especies, y haciendo crecer y evolucionar el bosque de algas, hasta lograr un ecosistema más completo. En el proceso se van entregando conceptos sobre la ecología y dinámicas, logrando entender cómo funcionan desde un nivel muy simple hasta uno en su plenitud. Y la crisis climática juega un rol antagonista”, explicó Pizarro.
Las enseñanzas se complementan con información precisa contenida en las cartas para leer mientras se juega.
El juego estará presente en la versión local del séptimo Festival de la Ciencia (FECI) del 29 de septiembre al 5 de octubre, y adelantó se proyecta entregar ejemplares a personas inscritas.

Natalia Quiero
El doctor Paul Gómez, coordinador de educación y outreach del Copas Coastal y presidente del Grupo de trabajo de Cultura Oceánica del Comité Oceanográfico Nacional, con larga experiencia en divulgación del océano y desarrollo de recursos innovadores, valoró el impacto de los juegos.
“Una ventaja de los juegos es que hacen que aprender sea divertido, permitiendo incorporar a la ciencia un poco de contrabando”, relevó. Al respecto planteó que usualmente la gente juega con fin recreativo y no educativo, si bien se logra en el proceso.
También destacó que “los juegos no sólo enseñan conceptos, también habilidades”. Según el tipo y dinámicas se podrían fortalecer creatividad y resolución de problemas al pensar e intentar distintas estrategias para abordar un reto; tolerancia a la frustración al perder; o trabajar en equipo si es en grupo.
Y además logran ser accesibles y transversales a personas de distintas edades.

Erasmo Macaya-AlgaLab
Aunque las algas marinas son un diverso grupo de distribución global, hay microscópicas y macroscópicas de distintos colores entre las que se han estimado cerca de 12 mil especies y al menos 800 están en Chile, que pueden llegar a medir hasta 70 metros y la mayoría vive en ambientes acuáticos, sólo las pardas pueden formar bosques marinos, aseveró el doctor Erasmo Macaya, académico del Departamento de Oceanografía UdeC, e investigador asociado del Centro Ideal y del Proyecto Anillos ATE230028.
Las macroalgas pardas pertenecen al Reino Chromista -otras macroalgas son del mismo grupo que las plantas terrestres- y entre las que están en Chile el también autor de la Guía Fotográfica Algas de Chile y de la Guía de Macroalgas Subantárticas destacó “al Huiro palo, Huiro flotador, Huiro negro y Cochayuyo”.
Son especies esenciales para toda la vida en la Tierra y bienestar social desde tiempos ancestrales, sobre todo en Chile y su historia con su larga costa y gran maritorio.
Macaya relevó que las algas son base de las tramas tróficas y realizan fotosíntesis para producir su alimento, proceso en el que generan oxígeno y usan dióxido de carbono. Por ello son un pulmón del planeta, y juegan un rol clave en mitigar el aumento de CO2 atmosférico que contribuye al cambio climático y a acidificación del océano.
Los bosques de algas, de kelp o azules, también generan un ambiente estable para que muchas especies de peces, crustáceos y moluscos encuentren hábitat, protección y sustento vital; todas cumplen roles ecológicos y muchas son de importancia comercial y alimenticia. También proveen alimento directo como el cochayuyo, o sustancias de interés para distintas industrias y la ciencia.
Además, cumplen roles esenciales en procesos de impacto para el bienestar como absorber metales pesados y proteger la zona costera al controlar el efecto y fuerza de corrientes y oleaje.
“Y están los servicios culturales relacionados con recreación, turismo y su uso por parte de pueblos originarios. Por ejemplo, se han encontrado como parte de ajuares funerarios en el norte de Chile y restos arqueológicos en el sur de Chile dan cuenta del uso en alimentación y medicina de distintas especies de macroalgas desde hace 14 mil años”, expuso.
Lamentablemente están amenazados con sus vitales funciones.
A nivel global el cambio climático y efectos como aumento de temperatura, acidificación del océano y eventos extremos están alterando las condiciones propicias para que subsistan las algas y llevado a desaparición de vastas cantidades de bosques.
Aunque “en Chile la principal amenaza es la extracción humana”, advirtió el científico. Una terrible práctica es el “barreteo”, en que se extraen las algas desde su base usando una barreta o chuzo.
En el norte sufren merma por extracción indiscriminada que no da tiempo al sistema para recuperarse. “En Biobío, estadísticas de desembarque (Sernapesca, 2024), dan cuenta de menos del 2% de huiro palo, 0.4% de huiro negro y sólo 0,004% de la biomasa recolectada y declarada legalmente a nivel nacional. El Cochayuyo sí representa un importante recurso regional, ya que casi el 40% del desembarque nacional se realiza en el Biobío”, precisó.
En Chile hay normativa que protege a las algas que forman bosques, como vedas y prohibiciones de extracción. “El problema es que no necesariamente existen las capacidades o recursos para realizar fiscalización, y hay una importante cantidad de biomasa que se extrae de forma ilegal”, sostuvo.
Avanzar en ello es un reto, también agregó desarrollar programas de cultivo y recuperación de bosques, y establecer áreas marinas protegidas que les incluyan. Hay experiencias a destacar en otros países y Chile como el “Santuario de la Naturaleza Bosque de Calabacillo de Navidad” en la Región de O’Higgins.
Para contribuir en la conservación de algas y bosques marinos, el AlgaLab participa en distintas iniciativas, además de “Refugio Kelp” y el Grupo de Especialistas en Algas Marinas de la IUCN.
Están en curso proyectos para evaluar el efecto de la crisis climática en especies de algas pardas y rojas de Chile. También integran un proyecto Anillos para estudiar biodiversidad y prácticas eco-culturales de comunidades rurales en Chile frente al cambio climático, que incluye actividades en sectores costeros de Biobío.
Y siempre se participa en iniciativas de educación a la comunidad y escolares con talleres o desarrollo de distintos materiales, muchos descargables desde la web.