Un corazón sano en reposo late de 60 a 100 veces para bombear la sangre . Si va muy rápido, lento o irregular puede ser una afección que genera diversos síntomas y complicaciones que pueden ser graves.
Un corazón sano en reposo late de 60 a 100 veces por minuto y en ritmo regular, con latidos que normalmente son imperceptibles e impulsan el bombeo del órgano muscular ubicado al centro del pecho que hace circular la sangre que lleva el oxígeno y los nutrientes necesarios para vivir hacia todo el organismo.
Si esa condición se altera y se siente latir demasiado rápido (taquicardia), demasiado lento (braquicardia) o de forma irregular es síntoma de arritmia cardiaca y requiere atención oportuna, según explica el doctor Armando Pérez, cardiólogo arritmólogo de la Unidad de Arritmias Cardiacas del Hospital Clínico Regional Guillermo Grant Benavente (HGGB).
No es que los cambios del ritmo cardiaco siempre sean condición patológica, pero si lo es debe tratarse para evitar riesgos y cuidar la vital salud del corazón.
Por ejemplo, al dormir es normal que baje la frecuencia cardiaca y circunstancias como actividad física, ansiedad, estrés o ciertos fármacos pueden acelerar los latidos. Pero, también puede ser un trastorno asociado a efectos que en algunos casos pueden ser graves y por eso se debe atender su presentación y sintomatología para abordar a tiempo y efectivamente.
“Las arritmias son tratables y muchas curables”, destaca el especialista.
El Mes del Corazón, celebrado en agosto en Chile para concientizar su función vital e impacto de las enfermedades cardiovasculares como primera causa de muerte y promover estilos de vida saludable, es propicio para educar sobre la común afección que puede ocurrir a cualquier edad.
Las arritmias son una alteración eléctrica del corazón que afecta su capacidad de bombear eficazmente la sangre y alteran la circulación sanguínea, lo que puede causar síntomas y complicaciones variables según las características de cada condición.
El especialista explica que hay distintos tipos y una de las clasificaciones principales es por la velocidad de la frecuencia cardiaca (rápida o lenta). También hay benignas y malignas, de nacimiento o adquiridas, intermitentes o crónicas, incluso asintomáticas o sintomáticas.
Al respecto expone que “las arritmias lentas se ven principalmente en personas mayores, en quienes el sistema eléctrico empieza a deteriorarse: el impulso cardiaco va a menos de 60 pulsaciones por minuto y el corazón no bombea con suficiente frecuencia para mantener la demanda del cuerpo”. Y menciona como primeras manifestaciones a cansancio, desmayos y convulsiones.
“Las arritmias rápidas pueden ocurrir desde la infancia hasta la vejez, y las personas sienten que su corazón se apura mucho”, resalta. En esta condición en que se superan los 100 latidos por minuto se experimentan rápidas y/o fuertes palpitaciones, falta de aire, cansancio extremo, mareos y dolor en el pecho.
El arritmólogo afirma que la fibrilación auricular (FA) es la arritmia rápida más frecuente y que causa mayor enfermedad en el mundo, aumentando el riesgo de eventos cardiovasculares que pueden ser mortales. En esta afección el corazón late rápido e irregular.
“El 1% de la población mundial tiene FA y después de los 80 años el porcentaje puede llegar al 10%. Esta arritmia es la principal causa de accidente cerebrovascular, porque puede generar coágulos en el corazón que pueden salir hacia pulmones o cerebro y producir ACV”, advierte. Y el ACV es una de las principales causa de morbimortalidad por enfermedad cardiovascular.
Y hay alteraciones benignas por no implicar peligro para la vida, otras malignas por su alto riesgo de mortalidad y pueden causar muerte súbita. La letalidad es mayor si hay patologías subyacentes.
Desde allí, el cardiólogo aclara que las arritmias pueden originarse por factores genéticos y también hay factores ambientales que pueden llevar a la alteración.
En este contexto se vuelve relevante promover el autocuidado para prevenir o reducir factores de riesgo, o bien detectar precozmente las arritmias.
“Hay que llevar una vida sana, dieta saludable y actividad física, y prevenir los elementos que aumentan el riesgo de desarrollar arritmias como sobrepeso, diabetes e hipertensión”, enfatiza el cardiólogo Armando Pérez.
Lo ideal es mantener estilos saludables desde la infancia y juventud para aumentar los factores protectores y reducir los de riesgo, aunque nunca es tarde para modificar los hábitos.
Llamado de especial relevancia en Chile, donde los hábitos nocivos prevalecen desde edades tempranas y cada vez antes aparecen las consecuencias. Hoy es el país más obeso de Latinoamérica con más del 74% de la población adulta con sobrepeso u obesidad y la mitad de la población infantil en esta condición.
Y consultar de forma oportuna es clave para reducir complicaciones, acudiendo cuanto antes al percibir síntomas como palpitaciones, sensación de ahogo o corazón acelerado. Especialistas de cardiología están a cargo del diagnóstico y tratamiento, pero afirma que médicos generales y en servicios de urgencia están preparados para pesquisar y orientar en exámenes e indicaciones.
La atención debe ser rápida, tanto por riesgos asociados a ciertas arritmias como porque la mayoría inicia de forma paroxística o intermitente, y algunas se presentan siempre así. “Si alguien tiene sensación de palpitación que luego desaparece muy probablemente no haya forma de saber que tuvo. Por eso hay que intentar consultar cuando se tiene el síntoma”.
Con el diagnóstico se inicia el tratamiento adecuado y efectivo. “Hace 40 años no habían opciones y hoy la mayoría de las arritmias son tratables. Y no sólo con fármacos, existen tratamientos invasivos y muchas veces curativos”, destaca el facultativo.
Sobre ello profundiza que los avances permiten realizar procedimientos para acceder al corazón a través de venas o arterias femorales, localizar dónde se originan las arritmias y eliminarlas con una tasa de éxito del 98% al 80%.
El marcapasos es otra alternativa. “Hoy se usan principalmente para arritmias lentas. Tenemos unos impresionantes tecnológicamente, capaces de estimular el corazón de la forma más fisiológica posible. Hay algunos que incluso se pueden poner sin operar en pacientes que no tienen accesos vasculares”, detalla.
“Y también hay desfibriladores capaces de revivir a un paciente en caso de muerte súbita”, releva.
Y lo que más destaca es que estas tecnologías de vanguardia están disponibles para la comunidad local y se ofrecen en el HGGB, también en otros recintos.