La medida pretende contribuir a la prevención de infecciones respiratorias en infantes y descomprimir al sistema sanitario dada la crítica situación actual, pero podrían afectarse las interacciones y rememorarse experiencias de la pandemia de Covid-19, por lo que conversar la temática es clave para la adaptación exitosa.
Esta semana volvió una norma para la obligatoriedad en el uso de un elemento de protección personal que acompañó la vida social por largos meses entre 2020 y 2022 durante la emergencia sanitaria por Covid-19. Porque el Ministerio de Salud (Minsal) anunció que será obligatorio el uso de mascarillas en establecimientos educacionales para escolares mayores de 5 años.
Una medida que se tomó dado el crítico contexto sanitario actual, en que se ha evidenciado un preocupante incremento de las enfermedades respiratorias con graves casos en infantes y hasta lamentable fallecimientos de lactantes y un sistema sanitario complicado por estar al límite, incluso con falta de camas pediátricas. Así, se busca contribuir a la protección y prevención de infecciones en estudiantes para reducir cuadros y descomprimir a los recintos de salud.
Sin dudas que con esta nueva norma es que los colegios han tenido que volver a adaptarse a lo que ya se vivió durante la crisis sanitaria de la pandémica Covid-19, pudiendo rememorar experiencias pasadas y que para muchas personas pueden tener alta carga emocional.
Por eso es que las vivencias y aprendizajes deben compartirse en espacios de conversación y reflexión con toda la comunidad escolar con tal de promover que este nuevo contexto sea más fácil de llevar y bajar potenciales impactos negativos del uso de mascarillas dentro de las aulas y patios escolares.
Un tema en el que hizo énfasis la psicóloga educativa Marcela Suckel, académica del Departamento de Currículum de la Facultad de Educación de la Universidad de Concepción (UdeC).
Porque afirmó que “inevitablemente esto nos traerá recuerdos de la pandemia”, refiriéndose a las dificultades en contexto de Covid-19 que se vivió a nivel social general y particular dentro de las familias o entornos. Además, destacó que para los niños y niñas puede ser una medida difícil de entender, “sobre todo si afuera de la escuela no será obligatorio su uso”.
Un primer aspecto en que se detuvo es que las interacciones sociales cambian con la cara cubierta por la mascarilla, lo que debe ser abordado por el profesorado y estudiantes.
Desde allí y pensando en la emergencia de la Covid-19, la psicóloga sostuvo que es importante conversar sobre “qué significó la experiencia, no necesariamente que nos ubique de nuevo allí, sino cuales fueron los aprendizajes, lo que sacamos en limpio como comunidad educativa y lo que hemos crecido en estos años de cursar estos eventos sanitarios”.
Esta conversación debe ser iniciada por adultos responsables dentro de la comunidad escolar: “Los apoderados y apoderadas, el profesorado y directivos, los y las asistentes de aula. En fin, la comunidad educativa en su conjunto para generar un lenguaje común, un espacio mediado donde empecemos a entender que este uso de mascarilla ante situaciones sanitarias va a ser parte de una nueva realidad a la que estaremos intentando adaptarnos”, manifestó.
Además, Marcela Suckel recalcó que para transitar en este nuevo periodo adaptativo con éxito es importante que la comunidad educativa tenga un lenguaje distinto al de la autoridad sanitaria y los medios.
Sobre ello, explicó que “desde el plano de la interacción socioeducativa no existe una transmisión automática, requerimos medios que nos faciliten la adaptación y la comprensión. En eso es muy importante el lenguaje: cómo generamos pautas que no tienen que ser nuevas, sino que se construyen a partir de los aprendizajes de la comunidad”.
Un ejemplo que entregó la académica en este sentido es que “si en una comunidad se adoptó el lavado de manos antes del ingreso al aula, a esa pauta de interacción que ya existe producto del aprendizaje le sumemos el uso de la mascarilla como un elemento más, que viene a acompañar lo que ya hemos ido aprendiendo”.
Estas conversaciones y cuidados los catalogó de necesarios, sobre todo considerando los costos en la afectación a nivel de la salud mental que se evidenciaron como un efecto psicosocial colateral de vivir en la pandemia con sus cambios en los modos de vida y relaciones. “Este tema puede volver a la memoria lo que ocurrió en pandemia o revivir duelos y por eso importa que sea acompañado, que sea desde la óptica de cuidar la salud mental, que va de la mano de la salud física. Por eso hay que explicarlo y procesarlo entre toda la comunidad”, cerró.