Un equipo de la UBB ha desarrollado este innovador sistema informático que debe operar Serviu Biobío y cuya necesidad se sustenta en que los eventos extremos van a aumentar en intensidad y frecuencia producto del cambio climático, y la sociedad debe estar preparada para afrontarlos.
Es necesario que llueva para que funcione la naturaleza y mantenga esos servicios que son clave para el bienestar humano, que son vitales. Por ejemplo, la provisión de agua.
No en todos los lugares llueve ni de la mista forma y hay algunas mucho más intensas que, sobre todo en época invernal, no son extrañas para los habitantes del Gran Concepción o la zona sur de Chile. Aunque esa presencia ni necesidad vital de las precipitaciones no significa que siempre sean inocuas para la integridad humana o material, porque han ocurrido violentos temporales que han provocado grandes, inundaciones daños y catástrofes.
Los eventos más impactantes registrados en los últimos años entre Valparaíso y Concepción fueron en los años 2000, 2002 y 2006; dejaron 99.742 damnificados, 272.111 afectados, 11.685 albergados, 26 muertos y 3 personas desaparecidas.
Lluvias excesivas y potencialmente catastróficas que van a repetirse. De hecho, podrían ser más recurrentes y riesgosas. Porque uno de los efectos del cambio climático es el aumento en la frecuencia e intensidad de los eventos meteorológicos extremos. Por eso, vital es tener herramientas para que la sociedad esté mejor preparada para afrontar las situaciones y minimizar las chances de que se transforme en un desastre.
A eso apunta la “Plataforma para gestión de riesgo y resiliencia urbana: precipitaciones producto del cambio climático”, que han desarrollado investigadores de la Universidad del Bío-Bío (UBB) desde inicios de 2020 y por plazo cercano a 30 meses.
Es un proyecto financiado desde Corfo Innova Chile y su entidad mandante es el Servicio de Vivienda y Urbanismo (Serviu) Biobío. Este considera la participación del sector privado, como empresas inmobiliarias que construyen y urbanizan bajo reglamentos del Serviu y el municipio, además de la presencia activa de habitantes de distintos sectores del Gran Concepción.
El proyecto se lidera desde el Laboratorio de Economía Espacial UBB, su director es el doctor Iván Cartes y el investigador principal es el doctor Francisco Núñez. También colaboran profesionales del Laboratorio de Estudios Urbanos.
Diseñar e implementar el prototipo de un sistema informático prevenir pérdidas sociales, ambientales y económicas como efecto de lluvias excesivas e inundaciones, son objetivos primordiales de este proyecto, resalta Núñez.
“Es una primera plataforma informática que colaborará a la identificación y evaluación de situaciones que pudieran ser riesgosas, tanto para las personas como para la infraestructura urbana”, sostiene. En efecto, está pensada para “hacer menos vulnerable a la ciudad y las personas”, releva.
Para ello, ser multifuncional e interoperable en el manejo de datos son dos grandes características de esta plataforma científico-tecnológica para la gestión del riesgo de desastre y resiliencia urbana y el doctor Núñez precisa que es un sistema que integra la operación de 4 módulos.
El primero es un repositorio que integra todos los documentos y normativas vigentes relacionadas con las aguas lluvias. Además, cuenta con un observatorio de información sobre aspectos como censos de vivienda, hidrología o socioculturales. Sigue un nivel de gestión y seguimiento de proyectos relacionados con aguas lluvias. El cuarto tiene que ver con formulación y evaluación de proyectos en cuanto a temas como su factibilidad o rentabilidad.
Núñez aclara que el proyecto está en etapa de difusión y el reto es que actores implicados conozcan, entiendan y valoren su funcionamiento en pos de su implementación e impacto.
Y ha sido clave la realización de talleres con habitantes de sitios afectados por las consecuencias de excesos de lluvias como Nonguén o Pedro del Río Zañartu, en instancias en que han podido acercarse al proyecto y sobre todo manifestar sus inquietudes sobre la necesidad dar solución a sus problemáticas vinculadas con las inclemencias del tiempo y mejorar tanto las condiciones como la calidad de vida.
Para ello es esencial la adaptación de territorios y comunidades a las nuevas condiciones que del cambio climático a nivel local, e implica que haya preparación y resiliencia para responder a eventos extremos y se minimicen sus impactos a las personas e infraestructuras. Tal como se busca con la pionera plataforma científico-tecnológica que debe operar Serviu Biobío en su condición de mandante y debería integrar en ajuste a sus necesidades e idealmente, por el potencial de impacto vislumbrado, ir complementando la base de datos con información actualizada y nuevas aplicaciones, cierra el investigador.