Ciencia y Sociedad

Escribir a mano: ¿habilidad que las tecnologías pueden reemplazar?

Escritura con lápiz y papel parece anticuado dado los avances, perdiéndose cada vez más su práctica y eso no pasará sin riesgos. Un fenómeno que la mirada de las neurociencias ayudan a comprender.

Por: Natalia Quiero 13 de Marzo 2022
Fotografía: Archivo

Hubo un momento en que dependimos de lápiz y hoja para escribir y registrar, desde la infancia y durante el ciclo educativo para plasmar el aprendizaje del mundo, contenidos que aborda un profesor, respuestas de una prueba o un trabajo académico. Y durante toda la vida en lo laboral y cotidiano: la lista de del supermercado, pensamientos e ideas para un nuevo proyecto, sentimientos que se necesitan ordenar, las memorias, apuntes sobre lo relevante de una reunión.

Hoy parecen siglos, pero es reciente la masificación de desarrollos que han cambiado la manera en que muchas tareas habituales se hacen, como dictar y registrar una clase o contestar una evaluación. Grabadoras, computadoras, teclados y softwares, además de dispositivos como tablets y smartphones, que casi todos llevan consigo siempre, e incluyen funciones como grabación de voz y hay aplicaciones avanzadas que hasta automatizan el proceso de traspaso a texto. Pocos pueden ignorar esta facilidad y sentir que bolígrafo con papel ya no van, sobre todo tras dos años de una pandemia que volvió a la sociedad global más dependiente que nunca de las nuevas tecnologías para continuar las actividades habituales en formato virtual. Hay quienes no toman una lapicera hace mucho, en especial estudiantes y al retornar a la normalidad podrían estar viviendo el reto de la escritura a mano por la escasa práctica. O, tal vez, la transformación digital haga cada vez necesitarle menos y sea el meteorito que extinga esta habilidad para dejar a lápiz, hoja y escribir a mano en la prehistoria.

No suena irreal dada la realidad, pero sería trágico porque la escritura es irremplazable para el desarrollo integral, especialmente por el funcionamiento del cerebro y sistema nervioso e impacto en diversas dimensiones, a la luz de evidencias neurocientíficas y educativas, resalta la doctora en Psicología y Lingüística Mabel Urrutia, líder del Grupo de Investigación en Neurociencia Cognitiva y Educación, académica de la Facultad de Educación e investigadora del Programa de Neurociencia, Psiquiatría y Salud Mental (Nepsam) de la Universidad de Concepción (UdeC).

Mano versus teclado

La especialista en neurociencias cognitivas define a la escritura a mano como “una experiencia sensorio-motora: involucra aspectos motores, visuales y táctiles muy diferentes a los que ocurren en la escritura por teclado”. Sobre ello, explica que la escritura manual requiere reproducir la forma de cada letra, componente grafomotor no involucrado al tipear un teclado.

Y está la cognición y en particular aspectos de la atención. “En la escritura manual sólo se utiliza una mano, acompañada de movimientos a lo largo de la página, por lo que se potencia la atención sostenida que es más efectiva para el aprendizaje. En la escritura en computador usamos dos manos y necesitamos dividir la atención entre pantalla y teclado, y usar atención dividida no permite focalizarse en el mensaje que se está escribiendo y, en consecuencia, afecta la memoria”, detalla.

Además, la doctora Urrutia menciona a la capacidad de lectura y que “la escritura a mano permitirá distinguir de mejor forma una palabra de una pseudopalabra, potenciando la memoria de las palabras con repercusiones directas en el aprendizaje”. Impacto positivo también de tomar apuntes manuales en una clase o conferencia, por ejemplo, pues resalta que “ayuda a organizar de mejor forma la información y contribuye a la redacción de las ideas expresadas” y desde allí también enfatiza que “la redacción de los textos escritos es fundamental para el desarrollo del lenguaje formal”.

No puede desvincular a la comprensión lectora, cuyas bases neurales es una de sus líneas de estudio y hoy con un Fondecyt Regular y cuya deficiencia en la población chilena está reportada y que define como crucial para todas las dimensiones de la vida, ni tampoco del rendimiento académico con el que está íntimamente implicada, y ambas dimensiones se mejoran al saber escribir y, por ende, practicar la escritura. Esto podría extrapolarse a otros aspectos como lo laboral.

Hay también efectos de usar aplicaciones computacionales quealteran radicalmente los procesos de escritura”, advierte. No sólo está no practicar la escritura, sino tampoco poner a prueba la gramática, ortografía, puntuación, vocabulario, redacción y creatividad. El mejor ejemplo es el software Word y otros similares, conocido y usado por todos: “corrigen nuestra ortografía, aspectos asociados al deletreo de palabras e, incluso, correcciones de estilo, disminuyendo posibilidades de corregir nuestra redacción por nosotros mismos”.

 

Escritura y una invención que creó a una compleja maquinaria cerebral

Que la escritura manual sea una experiencia sensorio-motora e involucre aspectos de la cognición da cuenta de su relevancia y, de hecho, la invención y desarrollo de la escritura son tanto un hito en la historia humana como la personal.

Y según explica la neurocientífica de la UdeC Mabel Urrutia la clave está en la plasticidad neuronal o neuroplasticidad, capacidad de neuronas y redes neuronales de cambiar o crear conexiones y función en respuesta a nueva información, pudiendo remodelarse el comportamiento o pensamientos. Según ha mostrado la neurociencia, el cerebro es plástico toda la vida, si bien la plasticidad tiene su punto álgido durante la primera infancia.

Fenómeno cerebral

Para entender el fenómeno cerebral de la escritura, que combina sonido con significado, hay que saber que es una invención cultural y afirma que “aumentó las capacidades del cerebro humano”, tanto en percepción y memoria como en atención y lenguaje. Sobre ello, explica que “nuestro cerebro tuvo que reorganizarse en un proceso denominado reciclaje neuronal” y que “plantea que originalmente nuestro ojo estaba preparado para el reconocimiento de rostros y objetos, pero con la alfabetización hemos tenido que adaptar el ojo hacia el reconocimiento de las formas de las letras. De este modo, nuestras neuronas tuvieron que ajustarse para reconocer formas escritas”.

Y fue una gran evolución, siempre en desarrollo, pues asegura que “la circuitería neural que está detrás de la escritura es bien compleja”. Todo inicia con el estímulo que el gesto gráfico hace a áreas motoras relacionadas con la intención del movimiento. “La planificación del movimiento en la escritura se relaciona con la activación de la corteza motora primaria. Por su parte, la corteza frontal premotora estabiliza los músculos de la raíz de la extremidad superior para permitir la sujeción de un lápiz y además se encarga de la armonía del movimiento”, precisa Urrutia. El cerebelo también actúa, específicamente en duración de movimiento e intensidad muscular. “Una vez que se orquesta esta circuitería neuronal la corteza motora primaria da la orden a la médula espinal para organizar los músculos de la mano para la acción de escribir, que va acompañada de la activación del sistema límbico, frontal, occipital y el cuerpo calloso que se encargan de la coordinación óculo-motor necesaria para llevar a buen término la tarea de escribir”, detalla. “Gracias al principio de plasticidad cerebral sabemos que una activación de esta índole provocará también cambios en otras actividades cognitivas y motoras que son beneficiosas para el ser humano”, asevera.

Sobre aprender a escribir, según procesos naturales y socioculturales normales, si bien cada persona es diferente y hay condiciones particulares, la académica aclara que desde los 4 años se espera que la habilidad pueda comenzar a abordarse y concretarse con pequeños logros que parten en el reconocimiento y escritura de letras o números, porque cerca de esa edad “los niños han desarrollado un control motor cualitativo que se parece bastante al del adulto, aunque con un rendimiento considerablemente menor”, sostiene.

Desde allí, la investigadora destaca que “aprender a escribir está asociado a la etapa inicial de escolarización que transforma el lenguaje hablado en su forma escrita, tanto para la escritura como para la lectura. Ambos procesos están interrelacionados”.

Fomentar la escritura

Sobran razones para impulsar el fomento a la escritura, particularmente a estudiantes tanto en las casas como en la escuela y en todo nivel, porque Mabel Urrutia le reconoce como falencia urgente de cubrir, primero sin dejar que la revolución digital ni la innovación en educación acabe con prácticas tradicionales indispensables y segundo sin que lo tradicional cierre puertas a nuevos métodos.

En este sentido, apunta que “en la etapa preescolar la metodología Montessori tiene respaldo científico por sus prácticas asociadas a la corporeidad mediante ejercicios perceptuales, motores y táctiles”. En básica, el dictado en el aula no debe parar: “es un excelente ejercicio de coordinación oculo-motor, que además contribuye a desarrollar la atención sostenida y, por supuesto, la escritura”. “Tomar apuntes escritos tampoco debe quedar en el olvido”, manifiesta ante la importancia de ellos y el desmedro que viven por una mala concepción del gran uso de soportes audiovisuales y sobreuso de softwares como PowerPoint que muchas veces los docentes comparten posteriormente, sobre todo en clases de enseñanza media y universitaria: “los estudiantes creen que todo el temario de la materia está contenido ahí, sin embargo, es sólo una guía para presentar los contenidos que se están desarrollando”.

Nada de lo expuesto es para demonizar a las tecnologías y erradicar su uso, sino que no abusar y saber aprovechar las herramientas y ventajas que proveen al servicio de la enseñanza, aprendizaje y formación. De hecho, dejando de lado los recursos que “facilitan” los procesos de escritura y redacción, la docente asegura que “se puede poner la tecnología como apoyo a la escritura”, particularmente con tablets y smartphones que usan lápices y simulan la escritura a mano.

Como ejemplos concretos de propuestas didácticas, menciona el uso de bitácoras de viaje, informes de visitas a terreno, entrevistas escritas o intercambio de cartas escritas entre estudiantes. También releva la importancia de “incorporar a la familia para abordar el aspecto afectivo que siempre está vinculado al lenguaje”.

Y desde los afectos, para fomentar la escritura, llama a evitar provocar ansiedad ni destacar excesivamente calidad y rapidez, más cuando la escritura vive sus fases iniciales como hito del desarrollo. “Es necesario reforzar la autoestima del niño en sus primeras prácticas de escritura sin enfatizar tanto en el error como en sus logros, pues estas malas prácticas podrían llevarlo a sentir fobia por ir al colegio”, aconseja para cerrar.

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