Ciencia y Sociedad

Día Mundial para la Prevención del Suicidio: un reto para toda la sociedad

Cada 10 de septiembre se conmemora la fecha. Más de 1.800 personas mueren en Chile cada año por esta causa, que se puede evitar si entornos detectan señales de riesgo, acogen y apoyan en la decisión de pedir ayuda.

Por: Natalia Quiero 10 de Septiembre 2021
Fotografía: PREVENCION SUICIDIO

Desde 2003 cada 10 de septiembre se conmemora el “Día Mundial para la Prevención del Suicidio”, organizado por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio y copatrocinado por la Organización Mundial de la Salud, para concientizar en la sociedad que estos actos son posibles de evitar y que todos pueden aportar. De ahí que el lema 2021 sea “Crear esperanza a través de la acción”, enfatizando la necesidad de tener un actuar colectivo para abordar el desafío universal de prevenir el suicidio, que es una problemática de salud pública global urgente de resolver.

Según ambos organismos, cada año el suicidio causa más de 800 mil muertes en personas de todas las edades en todo el mundo, lo que equivale a que cada 40 segundos alguien se quita su vida. En Chile, datos del Ministerio de Salud (Minsal) indican que anualmente se registran más de 1.800 suicidios, lo que significa 5 diarios y cerca del 2% del total de fallecimientos. Y las estadísticas internacionales y nacionales indican que por cada suicidio más de 20 personas lo intentan. De hecho, la última Encuesta Nacional de Salud (ENS) 2016-2017, reveló que 220 mil chilenos sobre los 18 años han planificado su suicidio y más de 100 mil reconoció que intentó quitarse la vida.

Los números alarman más allá de estos, porque cada persona que piensa, intenta o consuma el suicidio está sufriendo tan profundamente que no ve otra opción que dañarse para acabar con su vida, resalta la doctora en Psicología Carolina Inostroza, académica del Departamento de Psicología, encargada del área de Salud Mental del Programa de Neurociencia, Psiquiatría y Salud Mental (Nepsam) y coordinadora del Centro de Atención Psicológica de la Universidad de Concepción (UdeC). Es también un ser querido, familiar, amigo o compañero, cuya decisión afectará a muchas personas de su entorno que, también, es uno de los interpelados a detectar el riesgo de suicidio para prevenirlo, conteniendo y principalmente “ayudando a buscar ayuda con un profesional porque sabemos que, afortunadamente, los tratamientos de salud mental funcionan y disminuyen el riesgo suicida”, sostiene la experta que se ha dedicado a estudiar distintas aristas del fenómeno como el intento suicida en pacientes ingresados en unidades de salud mental durante su tesis doctoral.

Señales de alerta

¿Cómo detectar el riesgo de suicidio? La respuesta completa requiere abordar múltiples factores, pero lo más emergente es reconocer señales de alerta. Evidente malestar emocional, cambios en el comportamiento y conductas autodestructivas o imprudentes siempre indican que alguien vive una situación compleja y requiere ayuda, y también “se sabe que la mayoría de quienes se suicidan dan algún aviso previo, porque todos han vivido un estado de ambivalencia: desean morir y ser rescatados”, afirma.

Pueden ser avisos directos con frases como “quiero morir”, “me voy a matar” o “desearía no haber nacido” o acciones como despedidas. Los mensajes pueden darse en diálogos o publicarse en redes sociales u otros canales y acompañarse de búsqueda de elementos de potencial letal y siempre deben tomarse en serio e interpelan a que el entorno acoja sin juzgar y facilite que se reciba el apoyo adecuado, enfatiza la investigadora. De Perogrullo es hacerlo cuando se materializa una conducta suicida en un ser querido.

La mayor incidencia

Detectar el riesgo se facilita al saber dónde prevalece, sin perder de vista que el suicidio es transversal.

El doctor en Salud Mental Daniel Silva, psiquiatra infanto-juvenil de Clínica Andes Salud de Concepción e integrante de la Dirección de Apoyo a los Estudiantes de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (Ucsc), releva que los datos más recientes del Departamento de Estadísticas e Información de Salud del Minsal indican que la mayor incidencia del suicidio es en personas mayores de 60 años.

El otro extremo etario es igual de preocupante, lamenta, ya que el suicidio es la segunda causa de muerte entre personas de 10 a 24 años tras los accidentes viales, entendiendo que la generalidad de esta población es sana y no fallece por enfermedades.

También menciona diferencias relevantes por sexo. “La mortalidad por suicidio en varones es casi 6 veces mayor que en las damas. Pero, la conducta suicida no letal es 2 a 3 veces más en las mujeres que en los hombres”, advierte. La razón es que los hombres tienden a usar métodos más violentos y letales.

 

Lo multifactorial y mitos pueden dificultar la prevención del suicidio

En el desafío de la prevención del suicidio el gran reto es lo multifactorial del fenómeno, según advierten los doctores Daniel Silva y Carolina Inostroza, pues no existe una razón única que gatille el pensar o cometer un suicidio, los motivos son tan diversos como las personas y sus vivencias, y se experimentan bajo un contexto donde interfieren múltiples variables internas (biológicas y psicológicas) y externas (ambientales o sociales) que se combinan. Atender esta la multiplicidad es crucial para detectar el riesgo.

Factores de riesgo

Si bien edad y sexo son claros factores de riesgo, Carolina Inostroza advierte que también la presencia de algún trastorno de salud mental (en más de 90% de los suicidios). Los de la esfera del ánimo, sobre todo con sintomatología de depresión, y consumo abusivo o dependencia al alcohol y otras drogas menciona como los más relevantes. Por ello, detectar, tratar y mantener controladas las enfermedades de salud mental es clave para reducir riesgo de suicidio.

Otros elementos importantes son los antecedentes familiares de suicidio y que la persona haya realizado un intento de suicidio, porque las conductas suicidas tienden a la repetición”, afirma la psicóloga.

Características emocionales y psicológicas individuales también inciden, como baja autoestima, dificultad para resolver problemas, soledad, angustia y desesperanza. “También influyen los eventos estresantes”, afirma, como violencia intrafamiliar, separaciones de pareja, eventos graves de salud o traumáticos como los abusos, y dificultades legales o económicas.

Al respecto, el doctor Silva, que investiga el suicidio desde que su pregrado, cuenta que en su tesis doctoral generó un modelo predictivo del intento suicida en adolescentes escolarizados de la provincia de Concepción y el estudio evidenció que pese a las distintas motivaciones que podían tener, en todos se presentaban problemas de autoestima, disfunciones familiares, síntomas depresivos y desesperanza.

Una transición

Otro aspecto importante para detectar el riesgo de suicidio es saber que suele darse como un proceso. “Los estudios muestran que la gran mayoría de las personas que han cometido suicidio hacen una transición por distintas etapas, que puede ser rápida o lenta”, asevera Carolina Inostroza.

El inicio es el deseo de muerte: “hablamos de esto cuando alguien desea morir, pero no acabar con su vida”, aclara. Luego, se avanza hacia la ideación suicida, que es pensar en acabar con la propia vida, y desde allí al intento suicida cuando se realiza un acto con el fin de quitarse la vida. Esto se vincula con la conducta suicida, pues una persona podría tener varios intentos hasta llegar al suicidio consumado.

En este proceso “las autolesiones están entremedio, porque favorecen que las personas pasen de la ideación a consumarlo en un acto”, advierte la psicóloga que también ha investigado el fenómeno de las autolesiones y conducta suicida en adolescentes, dos fenómenos distintos y vinculados en una peligrosa sinergia que hace que las primeras sean factor de riesgo del suicidio. Explica que cuando las personas se autolesionan no quieren acabar con su vida, suele ser un mecanismo para aplacar el sufrimiento emocional con un dolor físico más tolerable que ayuda a sentirse mejor para continuar viviendo. “Se arma un continuo, porque la autolesión va generando la capacidad de hacerse daño físico, que no tenemos de forma natural”, dice. Y eso puede facilitar el intento suicida.

Por eso, siempre se debe atender si las personas se autolesionan y eso interpela a padres o familias de adolescentes y jóvenes a estar en alerta, ya que afirma que en ellos se da más el fenómeno que puede ocurrir una o pocas veces o mantenerse como estrategia de autorregulación emocional durante la vida.

Erradicar mitos

Lo expuesto sirve para erradicar mitos en torno al suicidio que complejizan más su prevención.

Uno que la académica define como terrible es que creer que las personas que cometerán suicidio no avisan y que quienes lo hacen o no se realizan lesiones letales lo hacen para amenazar o manipular. “Nadie está manipulando con las conductas suicidas: son personas que están sufriendo”, asevera.

Y otro en el que hace hincapié el doctor Silva es que hablar de suicidio lo incentiva o que si se pregunta por ideas de muerte se estarán “metiendo” en la cabeza a alguien que no lo había pensado. “Eso es un error importante”, manifiesta. De hecho, hablar del suicidio no sólo quita el estigma, también destaca que “una de las medidas más efectivas para prevenir la conducta suicida en adolescentes por parte de sus padres es preguntar directamente ‘¿has pensado en matarte o en hacerte daño?’. Esto reflejará que no está solo, que hay gente que está pensando en él y en quien puede contar”. Por eso se aconseja mantener espacios de conversación constantes y demostrar interés sobre lo que hacen y sienten los hijos, además de nunca minimizar o juzgar ante la sospecha o verbalización de ideas suicidas.

Recursos de apoyo para prevenir el suicidio

Si alguien se siente en riesgo de suicidio, ha cometido un acto o es familiar de una persona, en Chile existen diversos recursos disponibles para acceder a una ayuda inmediata, previo a recibir la necesaria atención profesional especializada y personalizada.

Uno es Salud Responde del Minsal, llamando al número telefónico 600 360 7777 opción 1. Otra alternativa es acudir a servicios de atención primaria. Además, hay diversas organizaciones de la sociedad civil agrupadas en la Red de Equipos de Prevención del Suicidio (https://repschile.org).

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