Ciencia y Sociedad

¿Producir vacunas en el Biobío? Existen las capacidades científicas

Para afrontar la Covid-19 y en todas las inmunizaciones, se depende de compañías extranjeras: todas se importan. Pero en la UdeC hay grupos que han diseñado y desarrollado inoculaciones.

Por: Natalia Quiero 13 de Marzo 2021
Fotografía: Raphael Sierra

En Chile, los inoculados contra la Covid-19 superan los 4 millones 600 mil, según informa el Ministerio de Salud, y la tasa de vacunación nacional es líder mundial. Pero, somos 19 millones los habitantes en el territorio nacional, la cantidad de dosis limitadas para el mundo y, aunque el Gobierno ha establecido contratos o planes para asegurar la adquisición de vacunas que están llegando en distintos cargamentos, se depende de compañías internacionales: hoy están en uso una China y otra europea.

Esto, para muchos expertos, ha dejado de manifiesto lo favorable que sería producir vacunas en el propio territorio para abastecer a la población y responder más oportunamente, además de reducir costos. Algo que no es exclusivo a la Covid-19, porque todas las vacunas que se administran en Chile se deben importar. Aunque “la producción propia de vacunas no es una utopía, ni en Chile ni en nuestras regiones”, sostiene la doctora Soraya Gutiérrez, directora de Ciencia 2030 de la Universidad de Concepción (UdeC) y decana de la Facultad de Ciencias Biológicas.

Es que “en Chile se hace mucha ciencia y ciencia de calidad”, resalta el doctor Jorge Toledo, director del Departamento de Fisiopatología del mismo estamento. Y esa es la razón que permite asegurar que en distintas instituciones de Chile y particularmente en la UdeC existe el capital humano y las capacidades científicas que permitirían afrontar el desafío de producir vacunas.

 

InnBio UdeC

Experiencia UdeC

Ambos académicos se detienen en resaltar que en la UdeC y en distintas de sus facultades, como a la que pertenecen o la de Ciencias Veterinarias y de Ciencias Naturales y Oceanográficas, trabajan consolidados equipos multidisciplinarios de investigadores que desde hace años siguen líneas de estudio a través de las cuales han diseñado, desarrollado y también probado vacunas, por ejemplo, para usos veterinarios, en acuicultura y hasta en salud humana. Estas han llegado a ser prototipos o vacunas experimentales, pudiendo ser validadas a distintos niveles, como laboratorio y preclínico al haber demostrado su eficacia o funcionalidad.

Investigaciones y avances que podrían verse potenciados y escalar cada vez más. La doctora Soraya Gutiérrez señala que la UdeC cuenta con una planta de producción a mediana escala llamada “Unidad de Prototipado y Escalamiento InnBio”, que reúne las condiciones para ser autorizada como laboratorio de producción de fármacos biológicos, como son las vacunas al desarrollarse en base a un organismo como un virus (sea vivo o atenuado, entre varias otras formas para crearlas). “Recientemente, el ISP aprobó el diseño de la instalación para su habilitación como laboratorio de producción como un primer paso para recibir el conjunto de aprobaciones necesarias para que las vacunas puedan ser probadas en ensayos clínicos en pacientes”, adelanta. La Unidad tiene capacidad de 10 mil dosis mensuales como producción promedio que podría escalar a 500 mil dosis si se incrementa el equipamiento crítico, se estima.

Y no son las únicas instalaciones, porque Gutiérrez también menciona “el Centro de Bioequivalencia, el Centro de Microscopía Avanzada y el Centro de Regional de Estudios para la Vida como un complemento fundamental para la evaluación de las futuras vacunas a desarrollar”. No deja destacar que el capital humano, con sus capacidades científicas y tecnológicas, de las facultades de Ciencias Veterinarias y de Medicina, serán clave para dar cierre al ciclo de evaluación de la efectividad de las vacunas en los ensayos preclínicos que se deben hacer en modelos animales para avanzar a los clínicos en humanos. Y cree probable que la autorización para producir productos biológicos para pruebas clínicas en humanos se tenga durante este año.

Avanzar de la investigación y desarrollo de vacunas a la producción: un gran salto

Hace casi dos décadas Chile tenía la capacidad de producir vacunas a través del Instituto de Salud Pública (ISP), pero la falta de recursos hizo que todo se frenará en 2002. Hoy sólo Argentina y Brasil cuentan con plantas de fabricación en Latinoamérica.

Es desde ahí que el doctor Jorge Toledo se detiene en lo que considera un aspecto crucial para evaluar o proyectar la posibilidad real de fabricar vacunas en el país, desde la base de la experiencia que existe: “la producción de vacunas no es sólo conocimiento científico: hay que dar el salto de la investigación y desarrollo a la producción”, asevera.

 

InnBio UdeC

La infraestructura

El nivel de investigación y desarrollo nacional es la fortaleza que brinda la oportunidad de mejora; la debilidad y lo que se debe mejorar – mucho- es la capacidad estructural e inversión.

En Chile, gran parte de la ciencia se hace en las universidades, a las que define como “entidades desarrolladoras de conocimiento y no productoras”, razón por la cual muchas de las investigaciones llegan a prototipos o patentamientos y la posibilidad de escalar para producir masivamente un producto queda en mano de empresas. La capacidad de un laboratorio universitario no daría abasto para satisfacer la necesidad de generar millones de dosis de vacunas que abastezcan a la población, por ejemplo.

También aclara que un prototipo es la punta del iceberg y bajo este hay múltiples aspectos para que sea un producto, que en el ámbito de la vacuna son los ensayos clínicos, la manufactura bajo buenas prácticas y la infraestructura necesaria. Todo de alto costo y es por ello que en otras naciones el desarrollo científico hecho en universidades u otros laboratorios fuera del ámbito académico queda en manos de grandes compañías farmacéuticas para que produzcan masivamente.

Y “ese es el entorno que en Chile no tenemos aún, si bien existen compañías importantes como el Laboratorio Pasteur, no existen -al menos no conozco- empresas tecnológicas farmacéuticas que produzcan medicamentos biológicos o vacunas, porque llevan un nivel de complejidad más alto”, plantea Toledo. Y, en general, tampoco existe ese sistema científico-tecnológico (como Silicon Valley) en que las empresas están atentas a los trabajos, investigaciones e innovaciones que se hacen dentro de los centros universitarios para invertir en estos y expandirlos. Gran parte de los recursos para desarrollar ciencia en Chile son otorgados por el Estado a través de distintos estamentos, pero invierte menos del 0,4% del PIB en ciencia. No sólo bajo el promedio de la Ocde (2%), sino una de las naciones que menos recursos entrega.

Colaboración

En todo lo expuesto, desde las fortalezas hasta las debilidades, se entiende claramente dónde están las brechas y, por tanto, permiten reconocer el camino a seguir. En opinión de Jorge Toledo lo clave es contar con una infraestructura especializada y cree que un primer paso es crear o fortalecer el sistema científico-tecnológico que debería sustentarse en la articulación entre la ciencia y la academia con los sectores público y privado, porque la colaboración es la clave para avanzar. Hay que “aunar voluntades desde todos los sectores a fin de cerrar las brechas de inversión y acreditación que aún nos quedan para poder implementar los procesos productivos y obtener las certificaciones del ente regulador (ISP) y así poder dar el anhelado paso de la investigación hacia la producción farmacéutica de las vacunas y su utilización en la población”, cierra Soraya Gutiérrez.

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