Ciencia y Sociedad

De lo cognitivo a lo social: los beneficios de la práctica de ajedrez

Es considerado un deporte mental y no hay una limitación de edad ni para aprenderlo ni para experimentar sus efectos que son tan potentes y transversales que lo hacen una herramienta de innovación pedagógica para mejorar la educación.

Por: Natalia Quiero 09 de Enero 2021
Fotografía: Sarah Montti

El 23 de octubre de 2020 Netflix estrenó “Gambito de Dama”, volviéndose la miniserie más vista en su historia; protagonizó los 10 títulos más reproducidos por varias semanas en el mundo y Chile. Un boom que gatilló otro: incrementó la venta de tableros de ajedrez a nivel internacional, de libros y suscripciones en plataformas de juego virtual; una explosión global del interés en este deporte.

La razón es que el título, que alude a una apertura del juego, relata la historia de una niña huérfana que, en la década de 1950, se involucra en el ajedrez y cimentó una prodigiosa carrera que la llevó a ser campeona mundial. De paso, quebró los esquemas en una época y deporte que se consideraba exclusivo para que los hombres se destacaran.

Un fenómeno que para los amantes de la competencia de dos oponentes que se define en un tablero es positivo y puede brindar una gran oportunidad de desarrollo, más ante una crisis sanitaria donde la mejor decisión es quedarse en casa. Es que mientras más se involucren en esta práctica, sea pasatiempo o competición, más se verán favorecidos por sus beneficios que pueden llegar a todas las edades.

Habilidades para todos

Rubén Méndez, ingeniero civil industrial de profesión y ajedrecista por pasión desde pequeño, que ha hecho clases de ajedrez y lideró un taller en el Colegio San Cristóbal de Talcahuano, sostiene que “potencia habilidades cognitivas, blandas y sociales útiles para la vida de todas las personas”.

Al ser un juego de estrategia y decisiones basadas en las del oponente, detalla que practicarlo ayuda en la capacidad de atención, concentración, memoria, planificación, análisis, resolución de problemas y toma de decisiones. Destaca que también existe una retroalimentación que permite aprender de los aciertos y errores, propios y del oponente, lo que contribuye al autoconocimiento, autocontrol, capacidad de reflexionar y la tolerancia a la frustración de equivocarse o perder. Por lo mismo, afirma que potencia la creatividad.

Estrechamente vinculado a lo mencionado y con que el ajedrez es muy normado es que “aporta al respeto y mejora la convivencia con los pares y entornos. Por ejemplo, los ajedrecistas se dan la mano al empezar y finalizar el juego”, afirma Joan Manuel Gatica, ajedrecista desde niño, profesor de Historia y Geografía, actualmente director de la Escuela Penco.

Además, “las investigaciones muestran que la práctica de ajedrez mejora la velocidad de cálculo y procesamiento de información. También se han hallado mejoras en el desarrollo del lenguaje, porque el ajedrez es un código que uno tiene que aprender a descifrar y comunicar”, resalta.

Por todo, Méndez y Gatica coinciden en el ajedrez no impone barreras físicas, de género, edad o idioma. Es un mundo de 64 casillas y 32 piezas con las mismas reglas para todos donde gana quien toma las mejores decisiones, por tanto, quien estudia y pule más sus tácticas. Así, destacan que la ventaja no la da la condición física, como pasa en otras disciplinas deportivas, sino que importa la capacidad y estrategia en el tablero, permitiendo que jueguen en igualdad de condiciones hombres contra mujeres, niños contra adultos, jóvenes contra personas mayores. De hecho, Joan Manuel Gatica, afirma que se ha evidenciado que los ajedrecistas se mantienen muy lúcidos a edades avanzadas y aunque es mejor comenzar cuanto antes a ejercitarse en lo que define como “un gimnasio de neuronas”, por algo se considera un deporte mental, no existe una edad límite para involucrarse: todos pueden aprenderlo y beneficiarse.

 

Joan Manuel Gatica

Ajedrez educativo para mejorar los aprendizajes y la convivencia escolar

Los beneficios en múltiples habilidades son unos cada vez más estudiados y evidenciados, y los ajedrecistas han experimentado desde sus propias experiencias.

En el taller de ajedrez que Rubén Méndez desarrollaba en el Colegio San Cristóbal de Talcahuano, se hizo evidente que “los alumnos participantes tenían un buen desempeño académico, sin ser estudiantes destacados”, recuerda, si bien no era objetivo de la iniciativa. Allí coincidieron con Joan Manuel Gatica, que al llegar a trabajar reunió los datos para concluir que “a ese grupo, que eran 30, le iba significativamente mejor que al resto del colegio, un universo de 600”, precisa.

Eso alimentó la convicción de Gatica de que impulsar la práctica de ajedrez a nivel escolar sería favorable y ha guiado su carrera especializado en la Gestión Escolar, pues se recuerda como un niño con alto rendimiento académico, sin ser aficionado a estudiar y sí a jugar mucho ajedrez. Así empezó a tomar forma un proyecto de ajedrez educativo y social que, de alguna forma, lo ha acompañado en los cuatro establecimientos en que ha trabajado, dejando positivos resultados y evolucionando desde actividades extraprogramáticas en los dos primeros a ser parte del currículo.

Una innovación pedagógica pionera en Chile que le otorgó un reconocimiento muy fructífero en 2020, siendo el único chileno invitado a contar las experiencias en congresos virtuales de Perú, Brasil, Uruguay y en Madrid Chess Conference en España, compartiendo con expertos de países que están a la vanguardia del ajedrez educativo y social hace años como los europeos y Estados Unidos. También fue nombrado embajador de ChesKid para Chile, plataforma de ajedrez para niños líder en el mundo; integra “ajEdu”, red de expertos e investigación sobre ajedrez educativo de habla hispana con sede en España; y fue convocado a participar de Chess a Game to be a Spread, proyecto sobre ajedrez educativo financiado por una iniciativa de la Unión Europea.

Experiencias locales

Las experiencias más notables de su proyecto son en los últimos establecimientos en que ha trabajado: la Escuela Gran Bretaña de Hualpén y la Escuela Penco, en ambas ejerciendo como director y en la última desde 2017, con el ajedrez incorporado como actividad curricular y con su enseñanza a cargo de los propios profesores, aunque difieren en que en la primera era una alternativa para estudiantes que no tomaban Religión (fueron 850 durante los tres años que estuvo y perduró la iniciativa) y en la actual una asignatura dentro del horario de libre disposición de la jornada escolar completa, por lo que toda la escuela lo tiene, si bien se fue escalando en la inclusión de los cursos hasta llegar al 100% en 2019.

Entre los hitos que les unen, Gatica afirma que hubo mejoras notables en la prueba Simce y obtuvieron, por primera vez en su historia, la excelencia académica. Algo abismal que ejemplifica en que “cuando asumí en la Escuela Penco, era la segunda de peor resultado en el Simce de cuarto básico de las 15 que hay en la comuna, sólo superada por una rural”. Además, participan en la aplicación anual de una prueba estándar que realiza el Centro Mide-UC, que evalúa aprendizaje en lenguaje y matemática, “y en todos los indicadores se ha mostrado progreso año a año, pero en 2019, por primera vez, un curso de la escuela, un quinto básico, superó a la muestra municipal nacional de referencia”, asevera. Este curso fue el que ha tenido cuatro años ajedrez y el progreso fue mayor en lenguaje, precisa.

En el clima escolar el proyecto también deja huellas, especialmente en la Escuela Penco que dirige en la actualidad, que “tenía problemas de agresividad y conflicto físico diario en los alumnos. Cuando llegué habían dos o tres peleas diarias y el último reporte de convivencia escolar de 2019 (no se aplicó en 2020 por la educación a distancia) reveló que los conflictos físicos se redujeron a 11 casos en todo el año”.

Se puede innovar

Gatica sabe que la Escuela Penco, ni las otras en que ha estado, no es sólo el proyecto, pero cree innegable su impacto, porque dice que no se ha desarrollado otro proyecto de la misma envergadura en otras áreas en el mismo periodo, los profesores son los mismos (la rotación ha sido cero) y no han recibido una capacitación aparte de la de ajedrez, no se han hecho inversiones en tecnologías o equipamientos, ni se han elegido alumnos con mejores rendimientos (entran por el sistema de admisión escolar).

En su opinión, el proyecto erradica el mito de que el ajedrez sólo lo pueden aprender personas aventajadas y estudiantes sobresalientes, y demuestra que innovar en las prácticas pedagógicas es imperante al evidenciar que las tradicionales no generan progreso como era el caso de la Escuela Penco, que es efectivo y muy posible de hacer con muchas ganas y a bajo costo.

Asegura que implementar “el ajedrez es económico en términos de costo-beneficio comparado a otros juegos, uno de ajedrez bordea los 7 mil pesos y hay otros los 40 mil”, que es el precio de los que están usando para otra innovación pedagógica más reciente, en que usan juegos para la educación financiera.

De ahí que si bien son variados los beneficios del ajedrez, no es la única estrategia que se podría usar, pueden haber otras y lo que se necesita es explorarlas para determinar qué incorporar, sobre lo que asevera que “el fundamento pedagógico detrás del proyecto de ajedrez educativo es que el juego capta la atención de estudiantes, entretiene y contribuye a generar sólidos aprendizajes en escolares, desarrollando habilidades que no se trabajan en otras asignaturas y que son transversales para la vida”.

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