
Señora Directora:
Chile tiene la tasa de fecundidad más baja de su historia con un promedio de 1,16 hijos por mujer, según el Instituto Nacional de Estadísticasi, una cifra que solo supera a 14 países en el mundo.
Si bien son varias las causas, una de las principales que podría disuadir a una mujer ser madre es la discriminación laboral hacia embarazadas. Aunque el Código del Trabajo prevé protecciones, no siempre son respetadas.
Reducción gradual de la carga laboral, menor acceso a proyectos estratégicos y oportunidades de crecimiento profesional restringidas son formas usuales, que en general pueden ser acompañadas de presión psicológica, críticas injustificadas y falta de ajustes adecuados, entre otras prácticas.
Los efectos suelen incluir estrés, ansiedad, pérdida de confianza e incluso problemas de salud mental. Para muchas significa abandonar una carrera construida con esfuerzo y compromiso.
La exclusión también es una pérdida para las organizaciones. Aquellas que apoyan la maternidad y crean un entorno inclusivo logran mayor retención de talento, mejor productividad y una imagen más sólida. Fortalecer los controles y sanciones, facilitar asesoramiento legal y apoyo, mayor visibilidad para mujeres en sectores subrepresentados y fomentar políticas de flexibilidad e igualdad salarial son medidas que pueden ayudar a un cambio.
No estamos solas en este desafío de equidad, que años atrás parecía un mito muy difícil de alcanzar, pero cuyos avances son posibles en la medida que sean puestos en práctica y también medibles.
Mathilde Cordier-Hüni,
Directora de Negocios de Kabeli