Señora Directora:
Una de las demandas más primarias que se exige al Estado por parte de sus habitantes, es que éste les brinde orden y seguridad. Para ello, pactamos otorgarle el monopolio de la fuerza y lo dotamos de potestades y atribuciones que ninguno de nosotros, por si solos, poseemos.Sin embargo, ante hechos de violencia como los trágicamente vividos en la provincia de Arauco, cuando la ciudadanía no encuentra respuestas en el orden jurídico, en las instituciones estatales, o si estas respuestas son tardías o ineficaces, se gesta desesperanza, frustración y miedo. Surge la legítima duda respecto al rol del Estado en proveer este bien básico y esencial, necesario para llevar adelante los de- más fines personales y comunitarios.
Así nacen también los autoritarismos y los demagogos, quienes ven al Estado de Derecho, no como una garantía de legalidad y orden, sino como un armatoste que obsta- culiza la acción firme en contra de los enemigos del orden institucional, lo cual provoca, y la historia está lleno de ejemplos, vulneraciones graves a los derechos humanos de todas las personas.
Por ello entonces, resulta indispensable que las normas jurídicas sean eficaces y las instituciones actúen del mismo modo. Que las personas perciban en forma nítida que sus vidas son mejores con ellas. En caso contrario, aunque sean válidas, no cumplirán con su objetivo de garantizar un marco de orden indispensable para la plena convivencia social, y sabido es que nadie desea volver a un estado de naturaleza, donde la fuerza sea la medida de justicia.
Nicolás Hauri Jerez
Docente Filosofía del Derecho USS