Señora Directora:
En Concepción hay un investigador que ha contribuido, durante años, con nuevas miradas e incisivos análisis a los campos de los imaginarios sociales, la violencia simbólica y la sociología de las religiones. Su nombre es Manuel Antonio Baeza, un tipo con variados títulos y reconocimientos, pero que —en concordancia con su humildad (no muy común en el círculo intelectual donde se desenvuelve)— es mayormente recordado como docente del Departamento de Sociología de la UdeC.
Este destacado individuo puso fin, hace sólo unos días, a casi tres décadas de fructífero trabajo académico bajo el alero del Campanil. Y tal como se ha evidenciado en un par de homenajes en plataformas digitales, es una persona que marcó a varias generaciones de profesionales vinculados a las ciencias sociales y, también, de otras áreas del conocimiento.
Las semblanzas y precisiones de sus logros quedan para la institución que le dio cobijo este tiempo. Esta carta sólo apunta a reconocer, en un lugar abierto e importante como vuestro diario, a un tipo tan afable e inspirador como Baeza (oportunidad que podría replicar- se con un hito para acercar su obra a la comunidad, y no en espacios académicos acotados o revistas especializadas que, muchas veces, sólo se leen entre pares).
Ignacio Abad Parraguez