Señora Directora:

Antiguamente la profesión de matrona se consideraba un oficio, cuya función principal era de ayudar y/o acompañar a las mujeres a parir en sus hogares, muchas veces de forma precaria. Muchas de estas mujeres aprendían de manera informal, observando de generación en generación cómo era la asistencia de un parto.

La profesión fue evolucionando según las demandas de la sociedad y también por la adquisición de conocimientos formales y con base científica que fundamentan hasta hoy el rol de un matrón o matrona. En nuestro país existe un destacado trabajo de estos profesionales tanto en el sistema público como en el privado, lo que ha permitido contribuir en las bajas tasas de mortalidad neonatal (4.9 por 1000 nacidos vivos, INE 2017) y materna (13 muertes maternas por 100.000 nacimientos, INE 2017).

La formación integral de este profesional ha permitido que cada vez la atención sea más humanizada y cercana con las mujeres, sus familias y la comunidad.

Los desafíos en obstetricia son múltiples y van orientados a seguir siendo un aporte positivo en la salud de las personas y sus familias. De esta manera, se debe continuar trabajando por la atención humanizada, el parto respetado, el manejo adecuado del dolor, permitir el acompañamiento de una figura significativa en el momento del parto y contribuir a no separar al recién nacido de su madre y así favorecer la “hora de oro”, cuando se produce el primer contacto físico entre la madre y su hijo, estimulando la lactancia materna y el apego.

Ángela Aldea Tejo-USS