Señora Directora:
La tecnología ha sido muy beneficiosa en el ámbito sanitario, pues ha permitido grandes avances en medicamentos, vacunas, equipamiento médico, entre muchos otros, disminuyendo la mortalidad y mejorando la calidad de vida de las personas, inclusive hizo posible la telesalud en tiempos de pandemia, permitiendo la continuidad de los cuidados a distancia. Sin embargo, se genera un gran problema cuando la atención en salud se centra en el uso de dichas tecnologías en lugar de enfocarse en la persona. Una investigación de la Universidad de Florida y Clínica Mayo en Estados Unidos y, mencionada también hace días en el Congreso Futuro, evidencia que un médico tarda 11 segundos en interrumpir a su paciente, sumado a que sólo uno de tres facultativos les concede el tiempo suficiente para describir su estado. Esta situación plasma muchas realidades actuales en la atención en salud, las cuales deben ser punto de partida para un trabajo exhaustivo en el área. Para la generación de estrategias se debe entender la relación entre el profesional sanitario y el paciente como una atención que debe estar centrada en la persona, entendiendo a esta como un ser racional y libre. Adicional a ello, considerar las experiencias de cada usuario para entregar una atención personalizada y tener claro las limitaciones que presenta la tecnología, considerándola como una complementariedad y una herramienta, pero en ningún caso un fin. En este sentido es relevante valorar las asignaturas de ética y bioética que poseen en sus mallas las carreras del área de la salud. Ello permite no solamente un pensamiento crítico, sino que un pensamiento racional, recordando que no todo lo tecnológicamente posible es éticamente correcto. El profesional de la salud, por tanto, además de hacer bien técnicamente sus quehaceres, debe amar lo que hace y para ello sin duda alguna debe conocer a sus pacientes.
Pía Bustamante Barahona-USS