Señora Directora:
Tenemos a un enemigo formidable que no da tregua, pero el personal sanitario tampoco: a ellos mi profundo agradecimiento.
Esta crisis gesta otra: la economía tambalea y la pobreza leuda. ¿No le extraña que la izquierda siga diciendo que el problema es la desigualdad? A mí no.
Cuando la lucha de clases (el odio entre dos grupos humanos) es su estrategia política, cuando su modelo económico es incapaz de generar riqueza alguna, entonces me resulta lógico que para mis adversarios el problema sea la distribución de recursos.
Ahora bien, lo que sí me extraña es la tibieza de mi sector para defender el modelo y luchar por el progreso y la libertad. Vivimos una crisis de líderes graníticos de principios conceptuales sólidos y valores morales objetivos. En definitiva, una crisis de convicciones y apostolado.
¿Apostolado? Sí, apostolado, porque hemos separado a tal punto las esferas de “lo público” y la religión, que la primera se ha visto reducida a puras ideas sin alma y la segunda a puras almas sin ideas. Volvamos al punto de encuentro, donde la política no se queda en la utilidad pública, sino que busca el bien común.
No hay mayor servicio público que el servicio a las almas. Seamos revolucionarios: apóstoles por la libertad.
Agustín Larson