Señora Directora:
La forma en que ha evolucionado la pandemia está generando una crisis económica global que debilita progresivamente la empleabilidad y tensiona las redes de seguridad social, a pesar de los esfuerzos que tanto organismos internacionales como los gobiernos del mundo realizan para asegurar la protección de los ciudadanos.
Esta circunstancia es preocupante, puesto que históricamente las epidemias han afectado en forma más severa a las comunidades que viven en la pobreza. En efecto, las expectativas de vida saludable y las tasas de mortalidad presentan evidentes diferencias entre las poblaciones de mayores ingresos frente a aquellas más desposeídas. Además, habrá que considerar que la situación de vulnerabilidad tendrá una evolución dinámica en este nuevo escenario sanitario, en que personas de grupos socioeconómicos que normalmente no se consideran vulnerables, podrían con el tiempo presentar dificultades para hacer frente a la pandemia desde una perspectiva financiera, mental o física.
La salud es un valor compartido por las sociedades modernas como un objetivo central para el desarrollo y es condición necesaria para lograr una verdadera igualdad de oportunidades. Por ello, al momento de hacer frente a la Covid-19, las estrategias que se implementen deberán prestar especial atención a aquellas comunidades y grupos humanos más expuestos a las desigualdades sociales, profundizando el vínculo entre la política social y la política económica, a partir de lo cual se definan nuevos instrumentos que brinden una protección social y sanitaria con enfoque multidimensional y de cooperación internacional, reduciendo sostenidamente el círculo vicioso entre pobreza y mala salud.
Ernesto San Martín Zúñiga
Director de Postgrados en Medicina y Ciencia USS