Señora Directora:
La pandemia provocada por el COVID-19 ha dado a conocer distintas formas de gobernar. Mientras unos países optaron por la anticipación, en otros gobiernos, como el nuestro, primó la reacción provocada por la presión.
Por ejemplo, en tanto Argentina decidió cerrar sus fronteras con algo de anterioridad, Sebastián Piñera tuvo que ceder días después para tomar medidas como esta, luego de la presión de distintos sectores tales como el Colegio Médico. Ni hablar de clausurar los grandes centros comerciales, iniciativa propia de los alcaldes a la cual luego se sumó el Primer Mandatario.
¿Incapacidad de lectura sobre la real situación sanitaria que estamos atravesando?
Lo cierto es que este episodio puso en ruta de colisión al empresario tecnócrata versus el estadista que debe abrazar el bien común. Ya sabemos quién triunfó. De hecho, y más grave aún, el Ejecutivo dejó ir la gran oportunidad de, a partir de decisiones tal vez anti dogmáticas, pero necesarias, subir su aprobación frente a la ciudadanía. Nada tiene que perder el Presidente peor evaluado de la historia.
Finalmente, todavía está a tiempo de redimirse: mientras la sensatez llama a cerrar las regiones Metropolitana y de Ñuble (las dos con más contagios hasta ahora), el gobierno sigue convirtiendo el llegar tarde a un programa político. Lamentablemente para nosotros, esto tendrá consecuencias nunca antes vistas en Chile.
Fernando Fernández Ulloa