Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el rol de la atención primaria, publicado hace pocas semanas, determinó que para avanzar en las metas globales de salud se debe incrementar sostenidamente el gasto mundial en atención primaria y duplicar la cobertura sanitaria, puesto que, de mantenerse la tendencia actual, para el año 2030 hasta 5000 millones de personas en el mundo no tendrán acceso adecuado a la atención de salud, en su mayoría quienes viven en la pobreza.

Entre los obstáculos para una salud primaria de cobertura universal se señala la falta de infraestructuras sanitarias, la escasez de profesionales de la salud, la fragilidad de los sistemas de suministro y la calidad deficiente de la atención, como también la insuficiente protección financiera para acceder a las prestaciones. En efecto, el citado informe refiere que alrededor de 200 millones de personas en el mundo dedican a su atención de salud más del 25% de la renta de sus hogares, incluso en economías avanzadas.

En este contexto, para avanzar hacia una cobertura sanitaria óptima que permita mejorar la vida de las personas con una mirada global, se debe apostar por la atención primaria de salud. Esto significa proporcionar -a cada persona y lo más cerca posible de sus hogares- los servicios sanitarios esenciales (como inmunización, cuidados pre y postnatales, educación sobre estilos de vida saludables y control de enfermedades crónicas, entre otros), cautelando que no se deba pagar directamente “de bolsillo” por tales atenciones básicas.

Además, la entrega de dichas prestaciones debe ser intencionada hacia una mejora progresiva y multidimensional en los servicios sanitarios, lo que permitirá salvar más vidas, reducir la carga de enfermedad y mantener controlados los costos, tanto a nivel estructural de los sistemas de salud como de los hogares de quienes las reciben.

Ernesto San Martín Zúñiga
Ddirector de Postgrados
Facultad de Medicina y Ciencia USS