Señor Director:
Cuentan los griegos que Zeus al yacer con su mujer, Metis, de pronto recordó que pesaba sobre él una profecía que establecía que ella tendría hijos con más sabiduría que el propio Zeus.
Él, decidido a evitarlo y poner fin a esto que se comentaba, termina tragándose a Metis. Tras un tiempo, Zeus sufre de fuertes cefaleas, por lo que pide que le abran la cabeza con un hacha para aliviar su dolor, y con gran sorpresa descubren que de dentro de ella, vestida para la guerra y adulta ya, surge Atenea, quien se transforma en la eminente diosa de la paz, la sabiduría, las ciencias, la justicia y la artesanía.
Cuando nuestra sociedad no oye las demandas ciudadanas, ni actúa en consecuencia, sucede que en el afán de minimizar u ocultar los temas realmente importantes para la gran mayoría de los habitantes del país, nuestras autoridades desoyendo la voz ciudadana, intentan tragarse estos problemas.
Del mismo modo, como consecuencia de esta negación, es muy frecuente que luego otras autoridades, las de turno, se vuelvan a encontrar con estos problemas, cada día más intensos, gigantes y robustecidos cual la ya crecida Atenea, quieran hacerse oír.
La mitología es muy sabia, pues no hay que olvidar que esta Atenea rebosante de sabiduría, termina siendo la hija predilecta de Zeus, y que hoy la reconocemos como un símbolo de la democracia y la libertad.
Y es seguro que si intentamos ocultarla, terminaremos pagando un alto precio al no querer asumir esta oportunidad histórica de escuchar las legítimas demandas ciudadanas que, representadas en un cambio constitucional, buscan resolver – fundamentalmente – los problemas de salud, educación y previsión, que por años se vienen arrastrando y afectando a la gran mayoría de la población nacional.
Alfredo Au