Carta al director

El desafío de evitar la desertificación

Por: Diario Concepción 15 de Junio 2019

Señor Director:

El lunes 17 de junio, se celebra el 25° aniversario de la Convención de Naciones Unidas contra la Desertificación y, sin duda, los avances no han sido los esperados. A pesar de ello, la mirada urgente debe estar puesta en los próximos 25 años y en cómo las naciones harán frente a este problema.

No se debe olvidar que su origen está en cómo hemos degradado la tierra, deforestado y destruido la capa vegetal. El problema también se vincula con la ocurrencia de incendios y el desarrollo de una agricultura y ganadería poco sustentables, con la explotación desmedida de los recursos acuíferos y la nueva amenaza que representa el desarrollo urbano sin planificación. Son factores derivados de la acción del ser humano que requieren atención de la sociedad y de las autoridades de cada uno de los países que ratificaron esta convención, incluido Chile.

En lo extenso y variado de nuestro territorio, hablar de desertificación y sequía puede resultar extraño, en especial para las regiones de la zona centro sur, ya que ésta podría asociarse más bien a las regiones del norte, sin embargo, se trata de un problema a escala global que afecta al 33% de los suelos del planeta, suelos que han sido degradados por la acción del hombre, así como por los efectos del cada vez más presente cambio climático.

En Chile cerca del 22% del territorio nacional está impactado por la desertificación, lo que corresponde a una superficie equivalente a 16.379.342 hectáreas, afectando a 6,8 millones de chilenos distribuidos en 156 comunas. La falta de precipitaciones y la deficiente normativa orientada al uso y protección del suelo tienen sumido a nuestro país en una crisis sin precedentes, que ha llevado a que el desierto se desplace hacia el sur de nuestro país, a una tasa de 3 kilómetros por año.

Se suman como problema ambiental la degradación de suelos y la sequía que, según datos de Conaf, implican que el 79,1% del territorio nacional tenga algún grado de riesgo y, en términos de sequía, el impacto llega al 72% del territorio nacional.

Como vemos el problema está más cerca de lo que se cree y se hace urgente tomar medidas individuales y conjuntas para abordar esta grave situación, que no sólo tiene implicancias ambientales, sino que también sociales y culturales, afectando severamente las costumbres y la calidad de vida de las personas.

 

Alvaro Boehmwald Rivera
Director de Ingeniería en Energía y Sustentabilidad Ambiental Universidad San Sebastián

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