Señor Director:

Hace 29 años, el Gobierno de Chile suscribió la Convención sobre los Derechos del Niño, que entre los 54 artículos contiene el Derecho a la Educación (Art. 28). Estipula: “los Estados Partes reconocen el derecho del niño a la educación y, a fin de que se pueda ejercer progresivamente y en condiciones de igualdad de oportunidades ese derecho…”.

Considerando esta definición es difícil pensar que hoy niños y jóvenes estén excluidos del sistema escolar en Chile. Un 8,9% de los niños y jóvenes en edad escolar, entre los 6 y 21 años, correspondiente a 358 mil personas, no estudiaba en 2017. En la Región del Bío Bío, esta cifra correspondería a 30.413. Así lo determinó una investigación elaborada por el Hogar de Cristo, en conjunto con Unicef y las Universidades de Chile y Católica.

La exclusión escolar tiene relación con el perfil de estos niños y jóvenes que, por diversos motivos, no se adaptan a los modelos tradicionales de establecimientos educacionales, quedando segregados, pues el sistema no les asegura las garantías que en este ámbito se debieran resguardar. Entre los motivos de esta exclusión están las situaciones familiares, personales, malas experiencias escolares y del entorno.

El sistema educativo está llamado a adaptarse a la diversidad de estudiantes que hoy existen, brindando las condiciones para que todos los niños y jóvenes accedan a la educación.

En el contexto escolar es importante destacar que existen experiencias concretas en nuestro país, cuyo objetivo es trabajar con estudiantes que se encuentran en situación de pobreza, vulnerabilidad y exclusión, entregando soluciones reales para su formación. Ejemplo de estas iniciativas son las escuelas “Súmate” de las Fundaciones Hogar de Cristo, institución que considera el uso de estrategias educativas innovadoras que se adaptan a las necesidades sociales y pedagógicas de jóvenes. Un modelo como este requiere procesos de enseñanza-aprendizaje diseñados por equipos multidisciplinarios que realicen un acompañamiento personalizado, que estimulen la motivación y despierten el interés en los niños y jóvenes por educarse. La sociedad es responsable de hacer visibles estas vulneraciones, porque si no se superan, se cronifican en el tiempo, limitando las oportunidades e impidiendo la aspiración a mejores condiciones de vida y movilidad social.

 

Mg. Olga Navarro Ancalao
Académica de Trabajo Social
Universidad San Sebastián