Señor Director:
Con frecuencia, se discute sobre la conveniencia de eliminar o reducir dicho tributo. De todos modos, los efectos de esta medida en el fomento de la lectura, no están del todo claros. Más allá de lo evidente que sería una reducción del precio, sería interesante conocer quiénes son los que adquieren libros nuevos (en formatos tradicionales y/o electrónicos), y si son representativos de la realidad del lector chileno.
¿Compramos libros para leer más o para tener más? Pretender ser dueño de todos los que ejemplares que uno pueda leer, parece una ambición que pocas personas están en condiciones de cumplir. El legado de las bibliotecas públicas es invaluable. Además, los e-books han extendido la lectura a límites siderales. Aun así, existe una informalidad en el rubro, que se desconoce, si puede ser superar la realidad del mercado editorial establecido.
Tanto en América como en Europa Occidental, existen exenciones y rebajas considerables, por lo que no es descabellado señalar que tarde o temprano, la reducción del IVA al libro será una realidad. Lo importante es que no sea sólo una medida aislada, y esté incorporada en armonía con los respectivos planes y programas nacionales de fomento lector.
Ricardo Parra Chávez