Señor Director:

La transformación digital ha permitido optimizar muchos procesos que en el pasado requerían la presencia física de las personas. Sin embargo, estos procesos nuevos exigen a las personas tener una educación tecnológica que permita un uso ordenado y seguro de los medios. Las cuentas de correo y muchos otros activos digitales de las personas (Instagram, Facebook u otras redes sociales) deben contar con los resguardos respectivos, que son nada más simple que contar con una clave de acceso relativamente compleja y tener el cuidado de no comunicarla por ningún medio.

Está de más mencionar que con las cuentas del banco, Servicio de Impuestos Internos, Registro Civil y de empresa en la que se trabaja, se debe seguir la misma norma: un grado de complejidad más avanzado y no publicarla o entregarla por ningún motivo.

Las tendencias mundiales dicen que la ciberdelincuencia mueve más dinero que el tráfico mundial de droga y el desconocimiento de las buenas prácticas en estas materias colabora y nos convierte en víctima fácil de estos delincuentes. Debemos, además, ser cautelosos con lo que bajamos desde Internet (la tentación siempre existe) y con las transacciones comerciales. Para estas últimas los bancos tienen disponibles para sus clientes las tarjetas virtuales, que no son nada más que tarjetas de crédito de prepago, temporales y con dinero acotado, lo que evita la exposición de nuestras tarjetas principales.

La educación tecnológica es vital para el desarrollo digital presente y futuro que estamos viviendo. Estas tecnologías llegaron para quedarse y convivir con ellas en un plano de seguridad nos entregará tranquilidad y evitará malos ratos que, en su mayoría, son de un alto costo familiar.

Héctor Muñoz
Académico Área Informática y Telecomunicaciones
Universidad INACAP Concepción-Talcahuano