Carta al director

La filosofía del feminismo

Por: Diario Concepción 19 de Junio 2018
Fotografía: Diario Concepción

Ernst Tugendhat, notable pensador alemán, sostiene que la antropología no es simplemente una disciplina filosófica entre otras, sino que se la debería entender como la filosofía primera, es decir, que la pregunta “¿qué somos como seres humanos?” es aquella en que tienen su base todas las preguntas y disciplinas filosóficas.

¿Tiene el feminismo un sustrato filosófico? ¿Responden los movimientos actuales a alguna corriente de pensamiento o teoría política? Desde la irrupción de la filosofía en la Grecia y Roma Clásicas, ha habido pensamiento de mujeres (véase a Gilles Ménage, Historia de la Mujeres Filósofas).

La Cristiandad ha producido mujeres excepcionales del ámbito religioso y secular. Sin embargo, el feminismo puede reconocer en el giro cartesiano, su inicio remoto y en la ilustración su real origen; pero, ha sido el siglo XX donde ha aparecido en todo su esplendor. Europa, América y por cierto Chile fueron arrebatados por esta causa.

Quisiera encarnar en Clara Campoamor, extraordinaria pensadora, escritora y abogada española, la quintaesencia del feminismo, que es la lucha por la vindicación de la mujer, fundada en una mirada antropológica, la mujer es un ser humano, es una persona al igual que el hombre y por tanto con igualdad de derechos. El feminismo de este cuño es una vindicación de justicia, de verdad y de libertad. ¿Cuál es el escenario? Las cortes españolas de 1931. Una comisión de 21 diputados (ella la única mujer) redacta la nueva constitución y propone un decisivo artículo: “No podrá ser fundamento de privilegio jurídico, el nacimiento… Se reconoce, en principio, la igualdad de derechos de los dos sexos”. Clara sabe la importancia que tiene el buen uso del idioma y rechaza la expresión “en principio” y propone: “No podrá ser fundamento de privilegio jurídico, el nacimiento, el sexo, la clase social, la riqueza, las ideas políticas y las creencias religiosas”. Por un escaso margen vence su postura y se consagra la igualdad de derechos.

Dos hechos le ayudan a clarificar aún más el sentido de su causa. Un diálogo con su cuñada: “No te sientas más mujer por tener un hombre a tu lado; ni tú más lista por no tenerlo”. Muestra que el hombre, a pesar de todo, no es el hilo conductor y lo confirma la batalla por obtener el voto femenino, donde Victoria Kent, la otra diputada, se opone al igual que su propio partido. Vence finalmente su posición.

¿Sucede en Chile algo similar actualmente? Si no es así o se fuese en otra dirección, sería dramático, puesto que se obnubilaría un problema real, la deuda que tiene el país con la mujer, en especial con la mujer trabajadora, no obstante estar consagrado en la constitución la igualdad de derechos de todas las personas sin condiciones.

Amelia Valcárcel, notable filosofa y feminista española actual, dice que su lucha no tiene que ver con la cultura de la queja sino con la cultura de la vindicación de la justicia para la mujer y las armas empleadas son las mismas de Clara Campoamor, estudio, inteligencia, argumentos, voluntad férrea y espíritu indomable, a pesar de no estar en lo políticamente correcto.

El Congreso de nuestro país es uno de los lugares llamados a representar la riqueza de la causa de la mujer y para la Universidad es un imperativo, pues, es el sitio por excelencia de la racionalidad, el diálogo reflexivo, el argumento fundado, la búsqueda de la verdad, el espíritu formativo y la conciencia crítica de la sociedad.

Salvador Lanas Hidalgo
Director académico de Escuela de Liderazgo
Universidad San Sebastián

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