Carta al director

Agenda larga

Por: Diario Concepción 27 de Abril 2018

Señor Director:

Recientemente, el Fiscal Nacional, Jorge Abbott, manifestó su preocupación en relación a que no obstante hubo una considerable baja en el número de jóvenes que cometen delitos desde el inicio de la Ley de Responsabilidad Juvenil, en igual periodo se verifica un aumento de un 51% en la cifra de delitos que ellos consuman. En otras palabras, unos pocos reinciden más ¿Qué hace entonces que aumente el porcentaje de los llamados delincuentes refractarios? ¿Qué hace que persistan en frecuencia y profundidad quienes tempranamente se involucran en el delito?

En octubre del año pasado, las Fundaciones San Carlos de Maipo y Paz Ciudadana dieron a conocer el estudio “Intervenciones Destinadas a la Prevención de Conductas Delictivas en Niños, Niñas y Adolescentes (NNA) No Imputables Penalmente”, cuya principal conclusión es que el Sistema de Justicia no contempla una regulación específica destinada a detectar, derivar e intervenir a menores de 14 años con conductas delictivas.

La infancia y la adolescencia son etapas que marcan el ingreso a la actividad delictual, el promedio de edad está pasando de los 13 a los 11 años cuando el consumo de drogas actúa de catalizador o causante del mismo. No se evidencia la existencia de políticas públicas nacionales en la materia, considerando que se trata de un tema escasamente promovido por la institucionalidad pública. La disponibilidad de programas se circunscribe al Sename y la Subsecretaría de Prevención del Delito, pero éstos a su vez carecen de orientaciones técnicas para abordar su riesgo delictual. El estudio, pionero en la materia, manifiesta la relevancia de contar con programas especializados destinados a la prevención temprana del delito, que no sólo sean promovidos desde al ámbito privado, sino también por la institucionalidad pública.

Es amplia la literatura internacional y el desarrollo de estudios longitudinales de delincuencia que han permitido descubrir las trayectorias en el curso de vida de un individuo e identificar aquellos factores involucrados en cada una de ellas. Las principales conclusiones ponen de manifiesto que el inicio temprano en conductas delictivas aumenta las posibilidades de desarrollar una carrera criminal prolífica y de relativa larga duración, lo que viene a explicar cómo pese a disminuir el número de infractores los hay más prolíficos y reincidentes.

Sin duda, factores como la disponibilidad de drogas en este segmento y la falta de cobertura en los tratamientos especializados, como también una serie de factores de riesgos anclados en altos niveles de exclusión social requieren de una respuesta sistémica y basada en la evidencia que los aborde desde el ámbito local.

Las trayectorias delictivas en niños y jóvenes son una herida abierta en el espacio comunitario por lo que una alerta temprana sólo puede construirse con una respuesta preventiva, una verdadera agenda de “Largo Plazo” que seamos capaces de construir entre todos por el desarrollo positivo de nuestra infancia.

Marcelo Sánchez
Fundación San Carlos de Maipo

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