El entorno educacional se ha caracterizado por experimentar importantes novedades en su sistema normativo, más allá incluso del proyecto de Ley de Educación Superior que en pocos días más tendrá su trámite final, quedando en condiciones de promulgarse. A ello se suman iniciativas tales como los proyectos sobre el financiamiento y el que extiende la gratuidad a aquellos estudiantes de los institutos profesionales y centros de formación técnica pertenecientes a hogares del séptimo decil de ingresos. Respecto de esta última iniciativa, se trata de un avance que apunta a generar una mayor cobertura del sistema educacional, permitiendo el acceso a los sectores más vulnerables del país.
Sin perjuicio de lo anterior, queremos dar énfasis a la calidad en la Educación Superior, aspecto que valoramos como un eje central de nuestro quehacer institucional. En efecto, hoy la calidad es un tema medular que, frente a los desafíos políticos, económicos y socioculturales, tiene complejidades cada vez más altas. Su dimensión global promueve el permanente trabajo académico y científico asociado a altos estándares de efectividad, en la delicada tarea de formar a los profesionales y ciudadanos del mundo.
De esta manera, resulta necesario asociar la calidad de todas las entidades que conforman la Educación Superior al aporte, entre otros, que los profesionales ofrecen para el desarrollo nacional y de las comunidades. Desde este punto de vista, los actores educativos deben ser vistos como un instrumento privilegiado, por el cual el conocimiento se pone al servicio de la persona y la sociedad.
Es así como se hace conveniente resaltar el fortalecimiento de áreas significativas como la investigación y el emprendimiento, pues es en este nivel de desarrollo en el que se adquiere la madurez institucional necesaria para impulsar proyectos académicos innovadores, que contribuyan al progreso y bien común del país.
Claudio Ruff
Rector de la Universidad Bernardo O’Higgins.