El 8 de marzo se festeja el Día Internacional de la Mujer, celebración en que convergen una serie de hechos que apuntan a la larga lucha que hemos dado las mujeres por alcanzar la ansiada igualdad de género. Un 8 de marzo cientos de mujeres de una fábrica de textiles de Nueva York salieron a marchar en contra de sus bajos salarios, que eran menos de la mitad del que percibían los hombres por la misma tarea. Ese día terminó con 120 mujeres muertas debido a la violencia policial. A partir de este hecho, se formó el primer sindicato femenino, lo que marcó un punto de inflexión en la lucha de las mujeres por alcanzar el reconocimiento como un ente social productivo que tiene la misma capacidad de aportar que un hombre.
Debemos considerar que durante el siglo XX ocurrieron grandes cambios en el mundo, por ende en nuestro país, donde encontramos las primeras mujeres que comenzaron la lucha por la igualdad de derechos. Podemos mencionar a Elena Caffarena, María Ramírez, Eulogia Román, entre otras, quienes formaron el llamado Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile (MEMCH). Durante la primera mitad del siglo XX, este movimiento se caracterizó por la diversidad de origen de sus integrantes. Su objetivo era disminuir la brecha salarial entre hombres y mujeres, y tuvo que enfrentar el dominio social masculino imperante, que lamentablemente confundió con libertinaje la consideración de la mujer como agente de influencia social.
Hoy, en pleno siglo XXI, lamentablemente hay quienes aún defienden dicha postura, tanto así que aparece el caricaturesco concepto de “feminazi” para definir a aquellas mujeres que ansían que la sociedad las considere con los mismos derechos de un hombre.
En 2018 la historia no es muy diferente. A pesar de haber logrado después de muchos años el derecho a educación y sufragio, aún existen situaciones de marcada desigualdad: inequidad salarial, sesgos de género en trabajos, caricaturas sobre belleza e inteligencia femenina e incluso hay quienes defienden que una mujer sea violentada sexualmente porque se viste provocativamente, mientras que otros plantean que las víctimas de femicidio son tan culpables como sus victimarios. Bajo estos parámetros sociales, entre muchos otros, surge la pregunta: ¿realmente las mujeres somos exageradas?
Desde este espacio, invito a todos a reflexionar para que seamos un poco más amorosos como sociedad entre nosotros. Invito a reflexionar a padres, amigos, compañeros y parejas, y a caminar junto a nosotras para que alcancemos una real igualdad de género, una real aceptación de la mujer como agente social activo. Debemos aceptar que tanto hombres como mujeres podemos realizar los mismos aportes a la sociedad para que aquellos que vienen vivan en un mundo mejor.
Cecilia Tello Rojas
Académica de Tecnología Médica
Universidad San Sebastián