Carta al director

Eutanasia

Por: Diario Concepción 08 de Febrero 2018

Señor Director:

Por estos días, ha vuelto al debate público el tema de la legalización de la Eutanasia, al derecho que debiésemos tener todos a morir.

Bastaría ir a un hospital y hablar con un enfermo terminal o con un anciano desahuciado, que nos contara de primera mano los dolores físicos indescriptibles debidos a su enfermedad. Sus lágrimas de dolor, un dolor real, físico, tan doloroso que dan ganas de gritar y golpearse contra la pared para que se termine el horror de una vez… debería bastarle a cualquier parlamentario para salir de aquella sala y manejar directo al hemiciclo para votar a favor de su legalización, independientemente de sus creencias religiosas, morales o valóricas.

Ese dolor infinito es real, existe. Tan reales como esas miles de personas condenadas a no poder descansar de una vez, condenas a vivir con un sufrimiento físico, del cual nadie, ninguno de nosotros está libre. Se trata del derecho básico y legítimo a tener una buena muerte.

Si bien, se trata de un tema sensible, donde el debate valórico da para toda clase de opiniones, la eutanasia debemos entenderla como un derecho más que los ciudadanos debemos tener y que el Estado tiene la obligación de garantizar, esté uno en contra o a favor e independientemente a si uno es creyente o ateo.

Es nuestro derecho tener la opción, idéntico al matrimonio homosexual, la adopción homoparental o la igualdad de género. Son derechos que nos permiten abrir la puerta a un país que avanza y observa el futuro del desarrollo humano personal, y grupal con altura de miras, que caracterizan a un país vanguardista y revolucionario, de avanzada. Aún la derecha más férrea, más fanática, si se declara promotora de la vida, debiese tener la sabiduría suficiente para dejar morir en paz a una persona que sufre.

Evidentemente, la eutanasia no es un tema nuevo, sino muy por el contrario, ha estado ligada desde siempre al desarrollo de la medicina y también a la historia del hombre, donde se han enfrentado infinidad de ideologías casi como deporte. En la antigua Grecia clásica ni siquiera planteaba problemas morales ni grandes discusiones en su concepción de que una mala vida no era digna de ser vivida y punto.

Fue en la Edad Media donde la religión cristiana transformó en pecado la eutanasia, como así, también, el suicidio y el aborto, argumentando que solo un cierto Dios podía disponer libremente sobre la vida de la gente… probablemente será esa misma medievalidad religiosa la que usarán no pocos parlamentarios para negarse a legalizar la eutanasia. Sin embargo, esos parlamentarios deberán también saber que el nuestro es un Estado laico, donde las opiniones religiosas, morales y valóricas corresponden a su autoridad, únicamente, de la puerta de sus casas para adentro, no en el hemiciclo.

Hoy en día Colombia nos lleva la delantera respecto a la legalización de la eutanasia, pioneros en América Latina. Le acompañan otros cuatro en el resto del mundo: Holanda, Canadá, Bélgica y Luxemburgo. La eutanasia además está permitida en cinco estados dentro de los Estados Unidos: Oregon, Washington, Montana, Vermont y California. La legalización del derecho a morir dignamente, de ser aprobado por nuestra cámara de representantes, nos dispararía a nivel mundial, en un solo momento, en la valiosa escala de respeto por los derechos humanos, con los que tenemos un compromiso, firmado en un pacto en Costa Rica y vigente exactamente desde hace cuarenta años atrás. La discusión ya está sobre la mesa. Espero que muy pronto tengamos ese derecho a elegir. En lo que esté dentro de mis posibilidades, como buen demócrata y humanista, apoyaré la legalización de la eutanasia en nuestro país hasta que sea una realidad, por el bienestar de todos los ciudadanos y ciudadanas, por el derecho a elegir de todos y cada uno de los chilenos a morir con dignidad.

 

Alexis Ceballos

Empresario ignaciano

Militante PDC

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