Carta al director

Democracia y clase

Por: Diario Concepción 07 de Febrero 2018

Cuando hablamos de democracia, es inmediato que el general  de las personas  asocia este concepto a la política, al voto, a la corrupción y a una acción que no tiene mayor importancia en su diario vivir, contrarios a identificar en ella  una expresión ciudadana a través de la cual participativamente se puede ejercer un grado de injerencia en la toma de decisiones. Por este motivo muchos optan por restarse de los ejercicios cívicos que conlleva la democracia como también otros eligen mercantilizar su participación jugando en la cancha del clientelismo imperante,  vendiendo su voto o movilización política a cambio de algún favor o remuneración indirecta. Es también la ciudadanía, los trabajadores los pobladores los que de forma corrupta contribuyen a un modelo culturalmente hegemonizado por el individualismo, lapidando el tremendo esfuerzo colectivo e idealista con el cual miles de personas, de forma organizada y sin aspiraciones individuales, votaron una recalcitrante dictadura y consiguieron el tan añorando sueño de vivir en un país libre, justo y democrático, imperfecto, pero democrático. La corrupción no solo es una expresión propia de la tan mencionada “clase política”, sino que también está impregnada en los cimientos más populares de nuestra sociedad, ya que desde que una pobladora recibe una canasta familiar a cambio del voto, hasta cuando un club deportivo se pone a disposición de una causa a cambio de medias y camisetas de fútbol, normalizamos acciones corruptas, haciéndolas partes de nuestra cultura. Es debido a lo corrompido y decadente que se ha tornado el ejercicio de la política, que  se hace fundamental una nueva visión y acción participativa  con un potente, pero no violento ni dogmático, contenido ideológico, el cual recobre la identidad de clase, superando el desapego con esta y la desorganización entre los distintos entes progresistas y transformadores. Se hace muy complicado generar cambios estructurales  organizando a  ciudadanos que reniegan de haber vivido en una toma de terreno, que cambia su domicilio en busca de aceptación social o que se identifica con una clase media ficticia, diseñada por los dueños de los medios de producción con el fin generar una ilusión aspiracional  y así acabar con cualquier resquicio proletario consiente. La construcción de una mejor sociedad, más justa y menos violenta con los más desposeídos,  se realiza por medio de la identificación de clase, con el orgullo de pertenecer a una contundente mayoría de personas que trabaja, que pone a disposición su fuerza física o su intelecto para obtener el sustento diario.  Este hecho es fundamental  al momento de ejercer la participación cívica, ya que el objetivo a alcanzar no será individual, inmoral y ni anti ético, por el contrario, la motivación será sincera, colectiva y con un profundo sentido de justicia social.   Matías Espinoza Alarcón Presidente Partido Socialista, Provincial Concepción  

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