Señor Director:
Ayer se realizó en Concepción una marcha donde diversas organizaciones sociales solicitaban restablecer la pena de muerte para el joven que violó, golpeó y asesinó a su propia hija. Sin duda un hecho brutal. Sin embargo, creo que reabrir el debate sobre la pena de muerte resulta sumamente peligroso. En lo personal, estoy en contra de la pena de muerte. No creo en el argumento de la supuesta “ejemplaridad” de la pena capital; para eso el “rito primitivo” o “medieval” debería ser televisado y ejecutado con dolor, por medio de la horca o la guillotina, como en la edad media y al más puro estilo de la serie de Netflix, Black Mirror. Además, está probado en los países donde se ha abolido la pena capital que no aumenta ni disminuye la criminalidad.
Creo que más ejemplificador es que tengan cadena perpetua sin ningún tipo de beneficio. Puedo comprender y hasta justificar la sed de justicia de una familia que ha sufrido una atrocidad como lo ocurrido a la pequeña Sofía, pero no comparto que retrocedamos al ojo por ojo, diente por diente. No volvamos a la oscuridad de la caverna.
Eduardo Hernández Navarro
Trabajador Social