A partir de diversos estudios epidemiológicos, se ha establecido la relación entre malos hábitos alimentarios y el aumento del riesgo de desarrollar patologías cardiovasculares. Entre las características de la población en riesgo se encuentran el exceso de peso, sedentarismo, hábito tabáquico y la ingesta de alimentos con elevado contenido de grasas y sodio, pero bajo en fibra y antioxidantes.
En la evidencia científica se pueden encontrar algunas investigaciones donde se correlaciona la influencia que ejercen ciertos alimentos y nutrientes sobre la salud cardiovascular, por ejemplo, Álvarez-Sala Walther y colaboradores quienes hace algunos años demostraron que tanto el colesterol total como el LDL (conocido como colesterol “malo”), son un importante factor de riesgo para patologías de esta índole. Por otro lado, hay numerosos estudios, entre ellos el de los investigadores Law MR, Morris JK, que indican que una dieta alta en frutas y verduras reduce el riesgo de cardiopatía isquémica, ictus e hipertensión arterial.
Entre los hábitos de vida que inciden con gran fuerza en la salud del corazón está el tabaquismo, ya que, según estadísticas internacionales, los fumadores tienen tres veces más posibilidades de sufrir eventos cardiovasculares que el resto de la población, en paralelo al sedentarismo que actualmente en Chile, de acuerdo a datos preliminares de la Encuesta Nacional de Salud 20162017, es de un 86.7%.
Los hábitos alimentarios, buenos o malos, son inculcados desde la etapa preescolar, por lo tanto, es ideal que en este período los padres o tutores den a conocer a sus hijos la gran diversidad de alimentos saludables que existen y que con el ejemplo entablen correctos hábitos alimentarios. Respecto a las necesidades y planes de alimentación en cualquier edad, es importante señalar que éstos deben ser prescritos por un nutricionista.
Para mantener una buena salud en términos generales, se debe seguir una dieta balanceada y variada, sin embargo, la Asociación Americana de Diabetes destaca algunos aspectos importantes, indicados específicamente para la salud cardiovascular y consisten en: disminuir el consumo de grasas, es decir, al seleccionar alimentos lácteos que éstos sean descremados, las carnes deben ser magras, preferir consumo de pescado por su contenido en omega 3, idealmente 2 o 3 veces por semana (nunca frito), evitar el consumo de sal, para ello sazonar alimentos con hierbas como laurel, jugo de limón natural, cebolla, ajo, entre otros. Preparar los alimentos idealmente al vapor, a la plancha o al horno, nunca fritos. Aumentar consumo de frutas y verduras, 3 y 2 porciones diarias respectivamente.
Carla Guzmán Pincheira
Nutricionista y académica de Nutrición y Dietética
Universidad San Sebastián