Carta al director

Retratos de Aurora: Manos verdes

Por: Diario Concepción 13 de Enero 2018

Caminar por la Aurora siempre trae sorpresas. Es un mundo mágico que permite pasar de un tiempo presente a un pasado lleno de recuerdos y olores queridos.

El martes decidimos con Paula caminar por las calles de la Aurora mientras el sol comenzaba a despedirse para poder registrar lo que le está pasando. Como una adolescente en pleno crecimiento la Aurora sufre cambios, y lo que ayer era una calle que le llevaba a algún lado, hoy es un muro de latón sucio y arruinado. Cambios que le lastiman, que le llegan hondo.

Ya de vuelta de la caminata, decidimos pasar por la casa de Miriam y Quique, a saludar, así como hacen los vecinos, uno pasa sólo para saber cómo están. Comenzamos a hablar en la vereda, pero al rato pasamos al patio.

¿En qué momento dejamos la aridez de la calle que nos golpeaba? No lo sé. Lo que sí recuerdo que entramos por un pasillo, largo y algo oscuro, y de pronto quedamos rodeado de verde.

Así pasa en la Aurora por un lado le pegan y tratan de destruirla, y por otro lado se arma de valor y vuelve a clavar sus raíces en ésta tierra que le pertenece,

Me cuenta Miriam de sus plantas, de cómo de simples semillas hace crecer sus limoneros, sus papayos, su naranjo enano. Y cuando cuenta de cómo hizo cada uno de esos tesoros, el tiempo se detiene. Los ruidos de las retroexcavadoras en la calle se callan. Y la vista se le ilumina, las manos se le empiezan a poner de color verde, y solamente las acaricia, les habla y las mira.

Creo que ahí está el secreto de la Aurora, en su resiliencia, en la capacidad de poder reponerse de los golpes y las caídas. Cada nueva hojita, cada semilla que se le permite germinar da nueva fuerza.

Hace casi un año comenzamos a contarles las historias de la Aurora. Como la vida misma, no sabíamos por cuánto tiempo, con qué frecuencia, o si tendríamos qué contar. Pero Aurora se encargó de darnos material, y de sobra, para compartirlo con ustedes.

Recorrimos las ganadas, las no tan buenas, y las alegrías de ser reconocidos fuera de las 10 o 12 manzanas que componen la población. Aplaudieron su historia, su patrimonio y sus memorias. Y este recorrido no lo hicimos solos, siempre hay amigos en el camino que se suman y aportan de su propia cosecha. Y ahí estuvo esta página de diario. Un pequeño gran espacio, tímido al principio, que nos abrió una ventana a Concepción.

Realizar un ejercicio de memoria todas las semanas es realmente un desafío. Cubrir más de 100.000 palabras que acerquen al vecino del otro lado de la línea del tren a este sueño que nació hace 126 años es realmente un trabajo arduo. Como la misma Aurora que construyó su suelo a punta de pala y carretilla, aquí igual, cada palabra, cada punto, cada coma, ha sido puesta pensadamente.

Pero todo ciclo tiene un comienzo incierto y un final resuelto. Y el espacio que una vez nos permitieron ocupar con nombre ajeno, mostrando “otras miradas”, se fue convirtiendo en propio, hasta ser el espacio de los “Retratos de Aurora”.

Ahora le debemos dar el paso a otras voces, a otras expresiones, así se construye la democracia y la vida en comunidad. Pero esto no quiere decir que no sigamos existiendo, que se sigan escribiendo historias que alguna vez serán publicadas. Cuando pase por la costanera camino al Parque Ecuador, o de regreso a Chiguayante o San Pedro, mire a su costado. En alguna ventana de la Población Aurora de Chile habrá una pobladora esperándolo para saludarlo, para contarle sus memorias, para seguir siendo orgullosa de sus orígenes.

Por mi parte solo agradecer el desafío de convertirme en cronista por un rato. Agradecer a un Diario que sin tapujos ni censuras dejó que aparecieran cada uno de estos dichos, y a un Concepción receptivo pero distante.

Y como desde siempre: ¡Hasta el próximo click!

 

Walter Blas

Foto: Archivo Aurora de Chile

Face page: @RetratoAurora

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