Carta al director

La agonía de la DC

Por: Diario Concepción 06 de Enero 2018

Señor Director:

En 1969 un grupo de demócratas cristianos, descontentos con la derechización del partido, se fueron y formaron el MAPU; de ahí los Jerezes, Ambrosios, Gumucios, Garretones, Insulzas y Gazmuris. En 1971, otro grupo se fue para formar la Izquierda Cristiana: Bosco parra y Lucho Maira. La DC timbró su oposición a Allende por lo que el apoyo del partido al Golpe Militar fue evidente. Frei y Aylwin dijeron que era necesario, o al menos inevitable, el quiebre de la democracia. Se imaginaron de vuelta al poder en pocos meses. Pero no. No sería así.

13 militantes del partido sin embargo firmaron un documento que criticaba a la Dictadura recién instalada. En el grupo estaba Andrés Aylwin, Renán Fuentealba, don Belisario y don Bernado, Huepe y Ruiz-Esquide. Ese documento, hizo con el tiempo que la DC golpista pasara a ser oposición. Este hecho generó la expulsión de los DCs más pinochetistas, ahí se fueron William Thayer y Juan de Dios Carmona, entre otros, los mismos que al cabo de unos años formaron el Movimiento Social Cristiano, como entidad afín al régimen. Al cabo de un par de años se unieron a Renovación Nacional.

La Alianza Democrática y la Concertación les permitió volver al poder con liberales y socialistas tras el triunfo del NO. El regreso a la democracia mantuvo a la DC unida en el gobierno, repartiéndose cargos y ministerios, sin embargo cuando se vio amenazada, de nuevo la división. Algunos se asustaron con Lagos, otros estuvieron siempre con él. En 2007 la DC expulsó a Zaldívar, don Adolfo, no por ser colorín, sino más bien por haberse alineado con la Derecha contra el Transantiago. Con él, como signo de lealtad, se fueron otros tantos militantes que finalmente terminaron trabajando en la primera campaña de Piñera.

Ahora, después de toda el agua que corrió bajo el puente durante 2017, de una DC tensionada entre la búsqueda de su propia identidad solitaria y la de los afines a Lagos o a la Concertación, se produce una nueva escisión, la que probablemente no será la última. En un acto absolutamente previsible, Mariana Aylwin y sus amigos, cansados de transitar por la delgada línea roja a la que la DC está acostumbrada, optan por abandonar el partido por sentirse, en el fondo, más cercanos a la Derecha, a la misma que Derecha del cual surge la Falange, que fue la entidad que dio forma a la DC por allá en el año 1957.

Por eso no sorprende. El mundo ha cambiado, puede ser que hace 70 o 60 años, era necesario en el centro político, equidistantes del conservadurismo aristocrático católico y del progresismo marxista ateo, un camino propio reformista, camino que hoy sin embargo suena anacrónico: ni el marxismo constituye una amenaza a la propiedad privada ni el catolicismo pesa en las acciones públicas. Por eso esta nueva división de la DC, es una muestra más, de la lenta agonía de una doctrina política huérfana de ideales y ajena a los tiempos.

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