Señor Director:
Una de las cosas insólitas que tuvo la campaña electoral que acaba de terminar fue el hecho que quienes enarbolaron, con más vehemencia, discursos antirracistas, finalmente hicieron una lectura racista del electorado.
Hay que tomarse con cuidado los juicios que se formulan al alero del racismo. Éste, como categoría, está presente, primordialmente, en la mente del racista. Sólo quien tiene incorporada dicha categoría lo puede identificar, entrever o reconocer en la sociedad.
La psiquis del racista está impregnada de racismo. De hecho, exuda, destila y trasmina la toxina. Por eso, quien está intoxicado suele ver racismo por doquier. Tanto es así que lo proyecta, lo inocula, en el exterior, en la realidad extramental. Así, el racista suele ver racismo donde los demás no ven nada, absolutamente nada.
Una de las manifestaciones más detestable del racismo ocurre cuando el racista quiere obligar a los demás a ver el mundo con ojos racistas. Eso es tan detestable como cuando el racista explica sus éxitos o fracasos recurriendo al comodín de la raza.
Luis R. Oro Tapia
Escuela de Ciencia Política Universidad Central