Señor Director:

Desde estas mismas páginas Hugo Herrera nos viene advirtiendo sobre la necesidad de que la centroderecha elabore un proyecto político alternativo al que ofrece la extrema izquierda. Probablemente algunos estimaban que la preocupación de Herrera es una majadería exagerada y que basta con argumentar  que gran parte del enorme progreso social experimentado por Chile  en las últimas tres décadas es fruto de la economía de libre mercado y de instituciones como la actual Constitución, para que los chilenos se convenzan de que éste es el camino que nos lleva al desarrollo. La posibilidad de que Chile de un vuelco para convertirse en “Chilezuela”, un país sometido a un régimen populista y autoritario, parece una fantasía o una burda campaña del terror.

Sin embargo,  hoy no solo Camila Vallejo piensa que “en Chile tenemos que seguir la tarea de Chávez” o que Fidel Castro es “ejemplo de humanidad”, también el Frente Amplio busca su revolución. Así lo expresa Renato Garín, uno de los 20 diputados de esa colectividad: “el Frente Amplio se plantea como una fuerza de fin de régimen, esta no es una fuerza más dentro del esquema de la transición, los dirigentes del Frente Amplio pensamos que somos la fuerza que va a romper el régimen, estamos entrando a la política para eso”.

Muy parecido piensan el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, un nostálgico de la Unidad Popular que se declara allendista y la misma Beatriz Sánchez, admiradora de las políticas públicas del gobierno kirchnerista .

Parece ser entonces que términos como “Chilezuela” o “Argenchile”, lejos de ser caricaturas irrisorias, representan bastante bien las aspiraciones que la izquierda radical tiene respecto del futuro de Chile y que, por tanto, la centroderecha debería considerar mejor las prevenciones de Herrera.

 

Jacinto Gorosabel O.