Señor Director:
En las campañas políticas aflora el extremismo verbal y una prueba de ello es decir que “la delincuencia está desatada”. Nadie puede ignorar de que existe delincuencia, pero ello adquiere mayor trascendencia por el efecto comunicacional que algunos delitos tienen, pero también incide fuertemente el exacerbado garantismo de algunos jueces y que liberan a todo delincuente que llegue a su estrado. Claro, no ocurre lo mismo con los buenos jueces y con los Ministros de Corte cuando por recursos les corresponde resolver.
Si la delincuencia estuviera sin control o desatada, no se podría caminar por ninguna calle sea central o de poblaciones, lo que ocurre hoy es lo mismo de hace algunos años y la diferencia está en la violencia y en que bandas estén formadas por niños o precoces delincuentes y que los delitos se van mutando y adquiriendo mayor espectacularidad, el mejor ejemplo son los portonazos.
Chile cuenta con dos grandes policías, Carabineros que debiera reforzar su rol fundacional, es decir, la prevención y la Policía de Investigaciones (PDI) incrementar la investigación, pero es aquí donde ocurre un nuevo problema: los detectives para investigar requieren autorización de un fiscal y desgraciadamente no siempre es así, la antigua justicia posibilitaba la propia iniciativa, hoy ello traería consecuencias y por cierto negativas.
Alberto Contreras Silva