Carta al director

Lepra y racismo

Por: Diario Concepción 05 de Agosto 2017

Señor Director:

Esta semana, el anuncio de la confirmación de un diagnóstico lepra en un ciudadano haitiano asentado en la Región de los Ríos, ha sido una de las noticias que más conmoción ha causado en la opinión pública. El hecho de que se trate de una enfermedad erradicada en Chile, acerca de la cual la mayoría de las personas presentamos un importante grado de desconocimiento, y en torno a la que existe un imaginario de contagio y peligrosidad, permite comprender en cierta medida el temor y la preocupación que esto ha generado.

Sin embargo, resulta llamativo que la confirmación de solo 3 casos de lepra pueda generar tal nivel de alarma pública, cuando en países vecinos como Argentina se han reportado sobre 200 casos al año en la última década, sin que esto haya tenido consecuencias importantes para la salud de su población. Además, tal como han indicado las autoridades del área de la salud, se trata de una enfermedad que solo puede ser contagiada mediante el contacto prolongado y estrecho con una persona que la presente, para la cual existen tratamientos disponibles y que han mostrado ser exitosos.

La exagerada reacción que los medios de comunicación y de gran parte de la ciudadanía han tenido frente a esta situación, nos invitan a reflexionar acerca de cómo nuestros prejuicios influyen tanto en el modo en que interpretamos la información, como en el uso que hacemos de ella para justificar conductas discriminatorias, que tienen como objetivo excluir a colectivos de personas que “amenazan” o ponen en cuestión nuestras formas de ver el mundo o nuestros modelos ideales de sociedad. Lamentablemente, el colectivo inmigrante en general, y especialmente la población haitiana, suelen ser objeto de este tipo de actitudes que dan cuenta de manera explícita o sutil del marcado racismo que persiste en algunos sectores de nuestra sociedad. Resulta curioso que diagnósticos aislados nos preocupen e interesen más que otras situaciones que afectan gravemente la vida de los inmigrantes en la cotidianidad, como por ejemplo, los abusos laborales de los que son víctimas, las condiciones de precariedad en las que muchos de ellos viven, y otras formas de violencia que se ejerce contra ellos en diferentes ámbitos.

Lo realmente peligroso en este caso, no es el contagio de la lepra, sino el contagio de prejuicios y actitudes racistas que ponen en riesgo el bienestar en nuestras relaciones sociales, y que atenta contra la convivencia respetuosa y positiva que día a día nos esforzamos por construir. De hecho, ya hemos observado en espacios públicos de nuestra ciudad agresiones contra personas haitianas, en las que se ha utilizado la lepra como justificación. Estas situaciones ponen de relevancia la pregunta acerca de qué es lo que nos preocupa realmente sobre de la piel de los haitianos, y ciertamente, la respuesta no es precisamente la enfermedad, sino su color y los significados que le atribuimos. Este es el diagnóstico sobre el que debemos trabajar, si lo que queremos es proteger nuestra salud como sociedad.

María José Mera
Académica Psicología Unab

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