Señor Director:
Los recientes comicios dejan varias lecciones y algunas reflexiones. Para quien ha insistido permanentemente que la actividad política es lo más determinante para el desarrollo cualitativo de un país, la participación de la ciudadanía es una noticia gratificante.
La ciudadanía ha actuado con responsabilidad, paciencia y prudencia. Comportamiento ejemplar a pesar de las dificultades en muchos locales de votación. Lo mismo reza para quienes fueron vocales y para los chilenos en el exterior. Ha quedado en evidencia una vez más que los chilenos son más inteligentes de lo que suponen algunos grupos.
El patético “no has entendido nada” quedará registrado como lo más grotesco y grosero de la escena política nacional. No obstante, ese insulto a la inteligencia ciudadana fue respondido por ésta precisamente de una manera seria y democrática en las urnas. La convocatoria de la centro-derecha no sólo debiera ser motivo de alegría para sus adherentes sino también un llamado a la reflexión puesto que conviven allí miradas con matices, pero complementarias y todas absolutamente necesarias para construir el país que propician y que puede concretarse a partir de la elección de noviembre próximo.
Es cierto que el país requiere retomar la senda del crecimiento y de la creación de nuevos empleos como asimismo es prioritario derrotar la pobreza. Pero, también es necesario fortalecer los valores de la familia y, como decía uno de los candidatos, hacer visible a los niños y ponerlos en la primera línea de las preocupaciones. Un país nunca podrá llamarse desarrollado si tiene niños vulnerables y sin familia.
Además, es preciso que la centro-derecha entienda que no todo es número y estadística y eso pasa por comprender la condición humana. Esa reflexión la otorgan el mundo de las humanidades, la cultura y las artes. De esa reflexión saldrá la inevitable conclusión de que en pleno siglo XXI, sigue pendiente la construcción de una sociedad más equitativa, con igualdad de oportunidades desde la cuna. Además, es encomiable la superación personal, pero no tiene que ver con el individualismo desatado que invisibiliza al otro, ese otro que es mi compañero, mi colega, mi vecino y a veces mi amigo.
Es urgente construir una sociedad solidaria; solidaridad semejante a la que se da en el ámbito deportivo, en especial en el fútbol, donde importan todos y los valores se expresan de manera ostensible preferentemente en la derrota. Dos apuntes finales: el Servicio Electoral ha quedado en deuda con la ciudadanía en estas elecciones. De otro lado, la ciudadanía prefiere sus sueños y aspiraciones por sobre las utopías retro nostálgicas del Frente Amplio; Manuel José Ossandón sacó más votos que el conglomerado completo. Les queda una tarea sí: explicar cómo es posible que muchos ciudadanos hayan acudido a votar de manera independiente y se hayan encontrado con la sorpresa de que “militaban” en esa coalición.
Salvador Lanas Hidalgo
Director académico
Escuela de Liderazgo USS